Vieja disputa: el poeta ¿nace o se hace?
Hay versos que casi nos detienen el corazón, que de un golpe de palabras nos ponen un mundo en la mente. Poemas que, más aún, nos hacen sentir la pasión (desdicha, lujuria, locura, amor) de quien los escribió.
No sé cómo describir la poesía a quien se
empieza a interesar en ella, no sólo no es mi género sino que además le tengo
cierto miedo-respeto. En su primera acepción, el diccionario dice que es “la
manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra,
en verso o prosa”. Pero eso se queda muy muy corto.
Para mí es un como una forma de expresarse mágica
y misteriosa. Opino que la poesía exige un alma especial, una forma diferente
de ver la vida. Tener la capacidad de pasar la realidad por un crisol (a veces
sublime, a veces sicodélico, a veces brutal) y traducirla en versos
contundentes, o en una poderosa prosa.
Algo seguro es que la poesía no es un juego
de palabras ingeniosas o difíciles, o frases aparentemente brillantes. Tampoco
es escribir de manera cursi, aunque se hable de amor.
Sospecho que antes de usar el lenguaje
articulado hay algo previo que se gesta en el interior del poeta. Se nota
cuando un poema salió de las tripas de alguien, que lo vio primero en su quizá atormentada
mente, que lo vivió en su onírico mundo y luego lo vertió sobre un papel.
Cuando estudié Letras tuve problemas para
tratar de acercármele y tratar, oh profanadora, de analizarla. No tuve mucho
éxito, lo más que hice fue verla como quien contempla, arrobado, una aurora
boreal sin tener la más mínima idea del por qué del fenómeno pero se siente
profundamente conmovido.
Mi opinión es que esta no es una habilidad
que se puede adquirir y mejorar, es una condición con la que se nace. Lo fundamental
es reconocer si la tenemos o no. Primero leyendo mucho y luego dejando que las
cosas fluyan. Claro, cursos y talleres pueden ayudar, pero solo para pulir el
estilo. Porque aún a quienes tienen el don en un inicio les cuesta encontrar su
propia voz.
La poesía suele ser la más atrevida a la
hora de hacer innovaciones, los poetas suelen ser los primeros que rompen con
lo establecido para ir abriendo nuevas brechas. Conocen y, a veces, veneran a
los clásicos pero siempre están buscando cómo reinventar este arte y el
lenguaje para expresarse.
Pero, además, como dijo alguna vez Allen
Ginsberg, el poeta deber ser franco consigo mismo, ser real.
El escritor y su leitmotiv
Algunos piensan que los artistas, incluidos
los escritores, son personas testarudas a quienes se les mete algo en la cabeza
y no hay quién se los saque. Puede que no estén del todo equivocados.
Autores
como Ernesto Sabato opinan que el fanatismo es la “condición más preciosa del
creador”, quien debe tener una obsesión ante su obra y nada debe anteponerse
ante ella. Decidí nombrar este espacio semanal como Leitmotiv porque siempre me ha parecido interesante
lo que esa palabra significa. El término fue acuñado por los estudiosos de la
música, específicamente de Richard Wagner, por lo que se define como el tema
musical dominante y recurrente en una composición.
En narrativa es el motivo central o asunto
que se repite, especialmente en una obra
literaria o cinematográfica. Es el “móvil” que nos hace escribir sobre
determinado asunto y no sobre otro.
Hay miles de temas sobre los que podemos
escribir por lo que elegir uno puede parecer difícil si se hace de manera racional.
Es mejor que el tema lo escoja a uno, para eso debe estarse atento e
identificar esa idea que ronda no solo nuestras ideas diurnas, sino también
nuestros sueños más raros.
Es esa motivación que aparece en cualquier
lugar y en cualquier momento pero que no es casualidad. Los sicólogos dicen que
es una forma de describir los condicionantes inconscientes más arraigados en la
vida de una persona. Erich Fromm, en su libro ''El lenguaje olvidado'', dijo
que los sueños que se repiten durante muchos años con frecuencia reflejan un
leitmotiv, es decir, un motivo inconsciente que nos guía.
Identificar cuál es nuestro leitmotiv es de
gran utilidad pues nos hace escribir con ímpetu y hasta con esa obsesión de la
que habla Sabato. De otra manera, sentarse frente a la hoja en blanco y no
tener esa urgencia de escribir puede ser muy frustrante.
Muchos opinan que el leitmotiv no está
solamente en una obra del autor sino que suele repetirse en todas. Es parte de
su estilo, parte de su “voz”. A quienes escriben sin pasión se les nota porque
aunque formalmente la obra esté muy bien presentada, no tiene ni corazón ni tripas.
Es muy mala idea sentarse a escribir sobre un tema pensando que podría “pegar”
o que se podría “vender”, pero que en realidad no nos mueve nada por dentro.
Al guiarse por motivaciones genuinas se
obtiene una obra honesta que puede comunicarse con el lector de muchas maneras.
El centauro de los géneros literarios
Un profesor que tuve en la Facultad de Humanidades contaba la misma anécdota cada año: a los estudiantes en un principio les costaba entender qué son los ensayos, pero luego les costaba dejar de escribirlos.
El ensayo es considerado un género literario por su uso del lenguaje de forma creativa y personal, pero algunos piensan que es un sub género, algo así como un subalterno de otras formas de escribir más elaboradas y con fines de expresión literaria. Se le llama también “el centauro” de los géneros pues no está definido, habita entre dos reinos: la didáctica y la literatura. Yo agregaría que también colinda los barrios del periodismo, recordemos que las columnas de opinión de los diarios son consideradas un tipo de ensayo.
Para los escritores muchas veces son apuntes al margen, bitácoras o anécdotas que no pueden entrar en sus otros escritos. Para los académicos constituyen una forma para dar a conocer sus hallazgos de manera sencilla.
José Ortega y Gasset en 1914 dijo que “el ensayo es la ciencia, menos la prueba explicita”. Por su parte el Diccionario de la Real Academia dice que es un "escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito".
Resumamos en que es una forma de escribir prosa de forma libre, sus principales características son la libertad temática, el estilo personal o amistoso en la escritura, puede incluir o no citas o referencias, no tiene una estructura definida pues el autor escoge el orden en que desarrolla su argumento y está dirigido generalmente a un público amplio. Yo agregaría que su extensión y ´tono´ depende de dónde será publicado. También algunas veces trata de persuadir o convencer.
Según el profesor que ya mencioné, el problema es que al tenerse tanta libertad y no tenerse que usar fuentes bibliográficas o de otro tipo, él encontraba poco rigor y poco ejercicio de estilo en los ensayos que le presentaban por tareas.
Si esta forma de escribir nos interesa, debemos usar sus características a nuestro favor. Puede servirnos para desarrollar ideas originales y practicar para encontrar nuestra voz. Es común que no sea el único género que un literato usa, y muchas veces no es en el que más se luce.
En realidad la calidad y el resultado del ensayo depende de quién lo lleve a cabo. De manera estricta quien escribe un ensayo no puede considerarse un escritor, así como alguien que escribe una columna de opinión no puede considerarse un periodista. En todo caso, para tener esas calidades en ambos casos dependerá de los recursos que use de tales forma de escribir, es decir si el ensayo tiene características literarias o la columna tiene elementos periodísticos.
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