martes, 18 de septiembre de 2018



La literatura no sólo está en los libros

Fue todo un shock que Bob Dylan ganara el Premio Nobel de Literatura, muchos creen que ese galardón está reservado para quienes publican libros. ¿Un músico ganando un premio literario?

Esto me da pie para hablar de los géneros. Desde que Aristóteles los redujo a tres (épica, lírica y dramática) se han ido desdibujando y hasta mezclando y junto a esta expresión artística han ido evolucionando. La clasificación no puede ser tan rigurosa hoy pero sigue partiendo de esa que estableció el griego. Es más que todo útil para quien estudia la literatura, no para quien la escribe.

Escribir es una tradición que se va heredando, como un oficio, es algo que uno no se inventa sino que adquiere leyendo y aprendiendo de maestros previos. Ya después cada quien decide si rompe con sus “padres literarios” y toma otro rumbo. Los caminos pueden llevarlo a la narrativa, teatro o poesía (algunos agregan el ensayo, la crónica y otros sub géneros que incluyen, ya llegaremos a eso, a la canción).

En una parte de su devenir, la lírica tuvo una vertiente que desembocó en la música popular gracias al juglar y al trovador medievales. Este último componía poemas para ser musicalizados e interpretados por el juglar. Si hacía los dos trabajos era lo que hoy se conoce como cantautor.

La poesía juglar tenía la característica de estar en contacto no solo con nobles sino también, o quizá más, con el público de a pie. Era una tradición oral que mantenía vivas historias y personajes que a las personas les interesaba conocer, les llevaba mensajes de su interés.

Esto prosiguió con el teatro de calle y con la canción popular. En la segunda parte del siglo XX, en medio de importantes cambios sociales y culturales, hubo un movimiento que reunió manifestaciones como la música folk y de protesta con la poesía. Uno de sus epicentros fue Estados Unidos en donde músicos como Bob Dylan coincidieron con poetas beatniks. De allí, este incansable cantautor no ha dejado de componer y de presentarse en una larga carrera, fundando escuela pues ha influenciado a generaciones de músicos y poetas.

Todos los géneros o manifestaciones literarios son importantes. Como dijo la Academia Sueca, se reconoce así una tradición musical folk riquísima, teniendo en Dylan quizá al cantautor con mejor lírica, el trovador juglar evolucionado. La literatura también puede ser escuchada y aunque parezca más humilde está muy cerca de las personas.



El papel del escritor ante la sociedad

En principio, el trabajo del escritor es crear sus obras de manera profesional. Por medio de ellas puede no solamente desarrollar su visión estética, sino también echar luz sobre temas que para él son importantes, entre ellos están los sociales.

En épocas anteriores ser escritor era sinónimo de ser intelectual. Ocupaba un lugar especial en el imaginario de la sociedad, se consideraba que además de desarrollar su obra podía, e incluso debía, disertar sobre todo tipo de temas. Un escritor podía llegar a ser una especie de rockstar, multitudes acudían a sus charlas donde se hablaba no solamente de literatura. Era una época en la que la persona común no tenían canales para dar a conocer sus propias posturas.

Pero el mundo ha cambiado. Por un lado, lo que más se vende y lo que más conoce la gente no es literatura sino otro tipo de best sellers. Y por otro, es un mundo donde importa más la celebridad de una persona que su calidad intelectual. No es raro que los escritores más laureados e importantes sean desconocidos para la mayoría.

Además, hoy casi todos externamos nuestras opiniones usando las múltiples plataformas que existen, cientos y hasta miles de personas pueden conocerlas y así se inician debates y polémicas. En este intercambio el escritor ¿es un interlocutor más? ¿o tiene algún papel diferente?

Porque le toca asumir un nuevo papel en esta realidad virtual de tuits y mensajería instantánea, no cabe duda que este mundo sigue necesitando de la literatura, del arte en general, para no perder lo que nos hace humanos.

Opino que hay que redefinir su papel de acuerdo con los tiempos que corren, donde el feedback de los lectores es inmediato, las tendencias van y vienen rápidamente y donde todos somos de alguna forma analistas y activistas virtuales. El primer compromiso, indiscutiblemente, es con la calidad de su obra. Debe decir allí con honestidad todo lo que necesita expresar. De esto ningún escritor debe desentenderse.

Luego muchos expertos opinan que los siguientes niveles de compromiso pueden ser opcionales y deben ir acorde a la sociedad actual. Estos serían ofrecer también un “ejercicio de expansión intelectual” y el de ejercer la denuncia social, apoyando lo que consideren causas justas propiciando el diálogo, no la imposición de ideas.

Cada escritor decide cuáles son los compromisos que le interesa asumir.



Dramaturgos nacionales y las puestas en escena

Por supuesto, aquí hablamos de teatro como género literario. Quizá es el más complejo a la hora de escribir pues se crea para ser representado. Se requiere a un conocedor del mundo de las tablas para entender su dinámica, hábil para comunicar su historia por medio no solo de diálogos efectivos, sino a través de movimientos y hasta silencios.

En cualquier lugar del mundo requiere de una gran vocación y dedicación, pero en nuestro país podría parecer descabellado querer hacer una carrera en la dramaturgia.

Quizá por eso hay poca gente escribiendo teatro. Conozco a muchos narradores y poetas, pero solo a un dramaturgo: Estuardo Galdámez.  Si en general hay pocos incentivos para hacer literatura, para escribir drama hay todavía menos. “Por ejemplo, ya no hay premios de dramaturgia, han desaparecido”, me comenta Tato (Estuardo) quien, por cierto, recibió algunos de ellos.

En contraste, hay numerosos actores y grupos teatrales de todo tipo que se presentan en diversos escenarios, también público que acude a verlos. “A donde más acuden es al ‘café teatro’, al resto de representaciones llegan menos”, aclara el experto.

El movimiento escénico dedicado a obras literarias es pequeño y persiste gracias, de forma literal, al amor al arte. “Cuando se logra pagar la inversión pues ya nos sentimos contentos, pero a veces ni eso”, dice Galdámez. En las filas de estos grupos suelen haber surgir talentosos dramaturgos.

Siempre me ha surgido la duda del por qué muchos grupos eligen poner obras de teatro basadas en textos extranjeros, incluso de películas. Algo que me cuenta Tato, de lo cual no tenía ni la menor idea, es que muchos directores y productores prefieren montar obras de afuera o de autores ya fallecidos para no pagar los derechos de autor a un dramaturgo nacional, vivo y activo.

En el quehacer teatral tanto el escritor como el director tienen papeles importantes y diferentes que deberían complementarse y no provocar conflictos.  En definitiva, se necesita profesionalizar a todo el gremio de las tablas para que cada quien cumpla de forma efectiva su papel.

“Quienes escriben obras de teatro y quieren verlas en escena, deben armarse de paciencia. Exponer sus textos vinculándose con directores y actores, o produciendo y dirigiendo sus propios textos”, considera.

La oferta teatral debe diversificarse y darles oportunidad a autores nacionales, seguramente el público responderá positivamente.

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