jueves, 24 de junio de 2010

Los rebeldes ¿en el gobierno?

En la universidad eran los críticos, los que protestaban por todo lo malo que hacían “ellos”, los del gobierno. Exigían cambios, respuestas, acción, parecían entender lo que hacía falta para cambiar este país.

Ahora, muchos de esos contestatarios están del otro lado. Desde que empezó el gobierno de la UNE empecé a ver a varios amigos y conocidos convertidos en funcionarios. Aquéllos jóvenes aguerridos y hasta temerarios, ahora forman parte de un gobierno por demás polémico. Se han cambiado los papeles, lo cual me parece bizarro.

Uno de los primeros fue Carlos Barreda, a quien recuerdo como uno de los más inteligentes de la AEU de los noventa. Barreda, Manolo Vela, Ronald Mijangos y Víctor Ayala conformaban un secretariado bien integrado y trabajador. Educados, bien planchados y buenos estudiantes, se les podía vislumbrar un brillante futuro. No eran ni borrachos ni vagos, sino se tomaban en serio su trabajo. Definitivamente, eran otros tiempos (ya parezco viejita, pero es que había disciplina).

En el caso de Barreda pensé que era lógico pensar que gracias a sus conocimientos en su campo trabajara en el Ministerio de Finanzas, luego de hacerlo para organizaciones sociales. Creo que empezó en el gobierno anterior, pero se quedó con el actual llegando a altos puestos, como el de vice ministro.

Pero ahora hay más de aquellos soñadores en el gobierno actual. Esto me produce sentimientos encontrados. No me gusta este gobierno, para nada. Me da rabia que se piense que su populismo es de izquierda. Pero cuando pienso en mis conocidos que están allí creo que quizá están haciendo lo mejor que pueden. ¿Por qué quisieron involucrarse precisamente con este gobierno? ¿por qué incluso algunos de ellos lo defienden a capa y espada? Quizá es el primero que los toma en cuenta, que en lugar de buscar en las filas del empresariado se dio a la tarea de ir con los peludos, con los rebeldes, con los que siempre han estado con ganas de hacer algo.

El caso de los Blanco Lapola es singular. Eran años difíciles cuando los conocí, no se había firmado la paz pero estaba muy cerca. El enfrentamiento era ideológico. Entonces la policía nacional (a secas) y todos los entes de “seguridad” eran nuestros enemigos naturales, habían perseguido y matado a innumerables compañeros, era de tenerles miedo. Ni Orlando ni Gustavo (a quien conocí bien de cerca) dijeron públicamente que su hermana Marlene era parte de dicha institución.

Recuerdo en especial una vez que andábamos con delirio de persecución, creo que había habido ataques, no estoy segura. Entonces cuando aparecieron en la AEU fotografías de actos oficiales de la policía, cundió el pánico. Todos estaban seguros que había infiltrados, orejas, que habían olvidado sus fotografías por un descuido o para asustarnos. Ahora se me hace que eran fotos familiares de los hermanos Blanco.

Lejos estábamos de saber que, según ha declarado la misma Marlene, dicha familia tenía a sus hijos en bandos diferentes, lo cual, asegura, les provocaba más de un conflicto.

Lo cierto es que en tiempos de paz hubo reconciliación entre ellos y ahora trabajan para el mismo gobierno, que al parecer en eso sí son democráticos, acogiendo a todos por igual.

Quizá algunos de estos rebeldes de antes piensan que es mejor estar adentro que afuera para hacer cambios, o quizá cambiaron su forma de pensar. Tal vez fueron sus circunstancias actuales las que les hizo imposible negarse antes una buena plaza y un buen sueldo. Ojalá no tengan que arrepentirse.

¿Dónde quedó todo lo que soñamos?

El plan era hacer una revolución, cambiar todo desde las estructuras y luego desde una sociedad más justa buscar el progreso. Era un sueño, nada más. Qué duro despertar y tener que conformarse con un Gobierno Solidario sin transparencia, que se equivoca una y otra vez, que quiere perpetuarse en el poder haciendo campaña desde ya con el dinero de todos.

Qué desesperanza.

martes, 22 de junio de 2010

Mi segundo nombre es controversia




A veces pienso que lo hago sin querer, pero muchas veces me he pillado buscando la controversia a propósito. En otras ocasiones es la consecuencia natural de decir exactamente lo que pienso, que no siempre es lo más aceptado (ser atea me ha traído problemas, así como mis ideas sobre las drogas, el suicidio, el aborto y otros asuntos por estilo).

Según una persona anónima nunca aprendí a decir “reviro”, lo que sea que eso signifique. ¿Cómo se aprenderá eso? ¿Será que a los 38 años puedo todavía? Y la verdad, no sé si me interesa. Me interesa solamente ser fiel a mí misma, así tal cual soy, quizá exagerada para algunos (“drama queen” a mucha honra). El riesgo siempre es provocar incomodidades y enojos.

Agradezco a quienes me apoyan y también a quienes tienen opiniones diferentes, los respeto a todos. Esto no es una guerra, ni un concurso de popularidad. No soy la mejor escritora, nunca dije que lo fuera ni es mi intención serlo. Tampoco soy la más sabia ni la más “cabrona”.

Solo quiero ser la más feliz de las mujeres y, debo confesar, la mayor parte del tiempo lo soy. La vida ha sido muy buena conmigo, aunque a veces parece que lo olvido.

Mi vida ha sido dura en muchas etapas, pero en la actualidad no me puedo quejar. Como dije en un post anterior, recientes acontecimientos me han hecho pensar que debo rectificar ciertas cosas. Siempre se aprende algo nuevo y siempre siempre se puede mejorar.

Ahora, a seguir en lo mío.

lunes, 14 de junio de 2010

Alux Nahual: ahora sinfónico


No sé cómo explicarlo, apenas me lo pude explicar a mí misma releyendo mis diarios de la adolescencia. La primera vez que vi a Alux Nahual en concierto (en el año del señor de 1988) fue un flechazo en todo sentido. La música, la mística, las letras y el guitarrista me embrujaron. Al más clásico estilo groupie, me dediqué a escucharlos y a perseguirlos lo más que mis 15 años me lo permitían. Supe que había tenido una epifanía de mi futuro al ver Ranferí, que simplemente me hipnotiza (hasta la fecha) cuando está arriba de un escenario.

No es mi intención analizar la importancia de Alux Nahual en la música de Guatemala, pues es de sobra conocida. Sus composiciones son un logro, son parte importante del rock nacional, así como de nuestra identidad. Su público abarca a personas de toda edad (de los 10 a los 60, sin mentir).

Su brillante carrera, que se dio por finalizada oficialmente en 1999, es lo que me propongo contar en un futuro en una publicación. Fueron 20 años de actividad constante, en los cuales fueron verdaderos rockstars regionales, que convocaban a multitudes y vendían como nadie lo había hecho antes (en mi comedor cuelga uno de sus discos de oro). Sus creaciones fueron evolucionando y con cada disco ofrecían algo nuevo y refrescante. Simplemente tienen una historia excepcional, muchos factores se conjugaron para que naciera una leyenda.

Supongo que después de separarse cada quien tenía la ilusión de hacer algo por su lado, atendiendo distintos llamados.

Sus reencuentros han sido muy exitosos y, debo decirlo, tal vez por eso cada vez más frecuentes. Esto hace que la gente se pregunte ¿han vuelto como banda? Ellos dicen que no, pero en la práctica pareciera que sí. Esto produce confusión y no faltan las críticas.

Yo quisiera que sacaran nuevo material, un disco para ver cómo 10 años separados los han cambiado y mejorado. Pero de eso, nada se habla.

Puedo dar fe que alrededor de los miembros de Alux Nahual hay una hermandad difícil de entender y penetrar. Como fan (y ahora más que eso) me gustaría opinar, pero no me atrevería jamás. Muchas personas que han estado con ellos por 30 años no pueden entrar en esa intimidad, menos yo. Yo solo espero, cruzo los dedos, para que sepan manejar esta época de reencuentros y presentaciones sin caer en exageraciones. Que no den razones para que sus críticos los pongan en entredicho.

Este 17 de junio habrá un concierto especial, muy justificado pues cristalizarán su acariciado proyecto de interpretar sus temas junto una orquesta sinfónica. Estoy segura que el resultado será espectacular, ojalá pudieran regalarle a sus seguidores la dicha de tener un disco que inmortalice esta hazaña.

Pero si no hay disco ni nada nuevo, tal vez deberían tomarse un descanso. A riesgo de que me jalen las orejas en mi propia casa, quiero que Alux mantenga esa distancia que caracteriza a las leyendas. Quiero que verlos en concierto sea una ocasión rara, anhelada, esperada.

Además, sus proyectos individuales son muy interesantes y necesitan atención y tiempo. En el caso de Ranferí, lo mantiene ocupado gran parte del año y necesita tiempo para crear más.

Sin embargo, solo ellos saben lo que harán.

viernes, 11 de junio de 2010

Las letras de mi país


Por timidez, cuando me preguntan a qué me dedico, digo que soy periodista. Luego me preguntan en dónde y digo Prensa Libre. Es fácil, agiliza las cosas. Pero en realidad no me siento periodista, me gustaría mucho decir: soy escritora. Sin embargo, la cosa allí se complica: me preguntan ¿cómo así? ¿eso da dinero? ¿qué has publicado? ¿qué tipo de libros son esos? ¿de qué tratan? ¿dónde lo venden? ¿cuánto cuestan? ¿son cuentos para niños? ¿qué publicarás ahora? ¿a quién lees? Son demasiadas preguntas juntas, me provoca ansiedad.

Lo malo es que planeo dejar el periodismo tan pronto como sea posible (mis planes son 3 años). Lo mío, creo, es la literatura. Me encantaría dar clases, charlas, talleres, pero sobre todo, leer y escribir sin límite. Sueña, Jessica, sueña.
El gremio periodístico es de lo más alegre y relajado. Hay de todo tipo de personas y cada día crece más. Hay mucha gente de quien aprender, pero también mucha que simplemente desespera. Me gusta frecuentarlo pero no termino de sentirme parte-de. Mi formación es otra, mi acercamiento al lenguaje es diferente, mi vocación va por otro lado. Cuando no encajo, cuando me siento alienada, cuando me asfixia, suspiro y pienso que mi gremio es otro.

Pero, siempre el pero, el gremio de escritores es no es para nada alegre ni para nada relajado. Hay muchas generaciones, posturas, estilos y “castas” en conflicto. Lo veo cada año que me uno al Consejo Asesor para las Letras para elegir al Premio Nacional de Literatura. Siendo la más joven, mis ideas son ignoradas, mi aporte es un pinche voto, que este año ni pude ejercer por culpa de mi trabajo como periodista (tenía que entregar una nota y no asistí a la reunión).

Que el artista sea único es bueno, que no sea cortado en serie, que pueda dar una visión personal. Pero eso precisamente hace que todos crean que tienen la razón. Es un caos.

Pero además, hay demasiadas personas supeditadas a compromisos extra literarios. De amistad, políticos, pasionales, económicos, incluso, de odio.

Cada quien le reza a su santo y mientras nos vamos quedando sin buenos escritores a quien premiar. La consigna es seguir dando el premio a quién sea, aunque no llene el perfil. Mientras la gente, el pueblo, ni se entera ni le importa.

Sábato tiene razón cuando habla que las capillas y grupos literarios son un peligro para el verdadero escritor. La soledad es mejor, la vida, la calle, las lágrimas, la sangre, la risa.

Quién pudiera romper con todo y con todos, nada bueno puede venir de la conveniencia y de la condescendencia. Debo volver a mis orígenes, eso es imperativo. Quisiera renunciar del Consejo, pero eso también es ceder un espacio. Qué difícil decisión.
Por lo pronto, si alguien me pregunta a qué me dedico, creo que ahora diré: a veces existo, a veces escribo.