jueves, 6 de septiembre de 2012

Crónica de un par de días


Ver, oír y no callar es la labor del periodista, o del chismoso, según se vea. A mi lo que me encanta es narrar lo que veo como un ejercicio, como el que se entrena para una importante competencia (que en mi caso es terminar mi primera novela).

Siempre se pasa de largo Mixco cuando uno sale de la capital por la Calzada Roosevelt. Hay una vuelta allí que te lleva a ese pequeño pueblo en dos minutos, pero la había pasado toda mi vida sin percatarme. Así que me sentí algo perdida buscando el parque central, que resultó ser pequeño y rodeado de innumerables buses rojos que llevan y traen a miles de mixqueños que a diario trabajan en la vecina y gigantesca capital. Al fin llego a mi destino, sé que estoy cerca de mi ruidosa ciudad pero me siento lejos.

El encargado de la oficina de Relaciones Públicas y Comunicación de la Municipalidad de Mixco es un Mayor del Ejército de Guatemala. Él explica, por si hay alguna duda de su capacidad, que estudió periodismo y que tiene mucha experiencia en el campo.
Además, afirma que es el encargado de organizar la agenda y protocolo del hijo del Presidente de Guatemala, Otto Pérez Leal, actual alcalde de este municipio. Según el Mayor, lo acompaña a todos lados y afirma, como una confidencia no solicitada, “sí, estoy de alta (en el ejército), ese es mi rol”, sin dejar de traslucir cierto orgullo. Finjo interés pero no estoy muy segura de lo que esto significa.

La Municipalidad de Mixco debería ser más grande, y más bonita. Representa a una gran cantidad de guatemaltecos que viven en el Departamento más importante. En cambio, me recordó a las que están en las pueblos más recónditos de nuestro país. Por ejemplo, el baño que usan los visitantes, que es unisex por cierto, es espantoso, apesta, casi casi como el de Trainspotting.

Las oficinas son más bien sencillas y pequeñas. En la de Relaciones Públicas, trabajan hasta 6 personas en un espacio de unos tres metros por tres. Mobiliario sencillo, paredes pintadas de naranja. Eso sí, me contaron que la oficina del Primer Hijo del país sí es digna de un alto funcionario, pero, como dicen en los diarios, este extremo no me consta.

La diminuta pero bien iluminada oficina del Mayor tiene una puerta corrediza que no sirve de nada porque es transparente y arriba no tiene pared, junto al escritorio hay una foto de tamaño casi real del alcalde. En una esquina, que queda justo detrás de él, hay una especie de altar. No llevaba mis lentes, así que me llevó un tiempo darme cuenta que su tema no es religioso, está dedicado a los Kaibiles. Algo dentro de mi se revolvió, pero seguí con una actitud profesional.

Casi 8 meses después de haber tomado posesión este equipo de trabajo, pareciera que no se han terminado de acomodar. Aquello parece una agencia de empleos, muchas personas dejan expedientes que se acumulan y también llegan a preguntar cómo va su “caso”, desde jóvenes graduados del colegio, o incluso con alguna licenciatura, hasta personas modestas, mayores y desdentadas. Nadie habla directamente con el Alcalde, sino que el Mayor es el que recibe las solicitudes y las procesa, busca respuestas y da los veredictos. Esto sin descuidar la agenda política y personal de Pérez Leal.

Gracias a ello, supongo, el Delfincito del PP (que mide casi dos metros) puede trabajar más a gusto. Se le ve entrar y salir con soltura del edificio, vestido nítidamente de manera casual, con las mangas arremangadas pero acompañado por los clásicos guardespaldas de por aquí: corte militar, traje de saco y corbata de color oscuro con mucho uso, lentes ray ban y actitud de desconfianza por todo lo que se mueva.

El alcalde circula serio pero sin evitar los saludos de quienes se le acercan. Un grupo de señoras, por ejemplo, esperaban su clase de baile sin éxito, por lo que él quiso ayudarlas y ellas agradecieron emocionadas. Como decía mi amigo Domingo, un político siempre está en campaña. Luego de ser todo lo dulce que pudo con las damas barrigonas de la sala de espera, entró a Relaciones Públicas con el seño fruncido a regañar a todos por tener ocupado el salón municipal ¡en la hora del baile de la tercera edad! El regaño fue todo un sismo, que incluso tuvo réplicas todo el resto del día. Me imaginé que así ha de ser su papá y así lo aprendió él. Una vida estilo militar, todo en su lugar, cada quien en su puesto y haciendo lo que le corresponde sin chistar.

Quizá por eso quienes trabajan con él tratan de no enojarlo, no perturbarlo, para dejarlo que entre y salga a sus compromisos en las 11 zonas de Mixco, o en la “capital” como dicen ellos, o con otros alcaldes con los que trabaja para formar alianzas y pedir más apoyo del gobierno central aprovechando, claro está, que papi escuchará lo que tengan que solicitar. A veces va con su esposa, una joven de lo más fashion, nítida de la cabeza los pies, que todos miran con curiosidad porque es como poner a una Kardashian en el Mercado Central, como un personaje de otra película.

Los que esperan por sus plazas de trabajo, se mantienen a la expectativa. Se ofrecen incluso a trabajar ad honorem mientras llega la ansiada resolución, que a veces es negativa. Me contaron que se ha visto a varios regalar uno, dos o tres meses de trabajo sin ninguna remuneración. Quién sabe, tal vez más adelante los llamen, este año, el otro, el otro ó el último. O tal vez se relija, o tal vez llegue a diputado, a ministro, o ¡a presidente! igual que su papá. Para todos ellos tiene palabras de aliento el Mayor, de entusiasmo, los invita a creer y a esperar, hay cierto optimismo en el aire. Nadie parece quejarse.

Algo muy extraño ocurre, llaman por teléfono a los que esperan y les piden que lleguen todos al día siguiente vestidos de la misma forma: camisa blanca y pantalón caqui. Pero todavía más extraño, todos aceptan sin ni siquiera preguntar para qué. Así que llegan puntuales y se instalan frente a la Municipialidad, confiados que al fin les confirmarían su añorada plaza. Así se quedan desde las 8 de la mañana dispuestos a esperar lo que sea necesario, es que ya han esperado casi 8 meses, qué más da.

El Mayor es hiperactivo, de otra manera no podría salir de “comisión” en cualquier momento, manejar las Relaciones Públicas y atender a todos los que piden empleo. A veces es enojado, a veces las cosas no le salen como esperaba, a veces lo regaña el “jefe” allá arriba y entonces debe bajar a buscar culpables.

Uno pudiera pensar que algunas cosas se hacen de manera oculta, pero no. Por ejemplo, no ocultó para nada la llamada que recibió de una misteriosa cantante a la que trataba con especial cuidado, como se le habla a una hija, o la hija del jefe, a una mujer consentida que al parecer está del otro lado haciendo caritas de capricho. Ni siquiera intentó cerrar la puerta corrediza.

Esta cantante también llamaba para preguntar por la plaza ofrecida. El contestó que ya todo estaba arreglado, que la “licenciada” ya había dado luz verde, que llegara a formalizar el contrato. Pude imaginar la cara de complacencia de la chica y yo me quedé pensando ¿una municipalidad contratando a una cantante? Luego él le explicó, como para que entendiera que había sido un favor especial, que habían tenido que despedir a los payasitos que daban presentaciones en las actividades infantiles para poder contratarla a ella.

Seguramente, la siguiente pregunta de ella fue acerca del salario. El Mayor cambió de tono y empezó a hablar más despacio. “Sí, mira linda, no se puede dar lo que se te había ofrecido. La Controloría está haciendo auditoría de plazas, es más complicado de lo que parece”. De plano ella preguntó de cuánto estaban hablando,él dijo “cuatro mil quetzales es lo que se te ofrece”. Agregó que “aquí hay graduados de la universidad que ganan menos de Q3 mil” como para que sintiera afortunada, quizá ella no tenía estudios superiores. Luego estuvo varios minutos oyendo, seguro que ella estaba enojada por no recibir lo que esperaba, ¿el doble? ¿el triple? Él asentía y escuchaba.

Luego le dijo, claro y pelado y en presencia de mucha gente, “pero ni siquiera tienes que venir, harías presentaciones los fines de semana y ya, o a veces ni eso". A mi me pareció,ver un enojo fugaz en la cara de una de las personas que trabaja allí hasta 10 horas diarias, incluso fines de semana. "Puedes conseguir otros trabajos y esos Q4 mil serían algo fijo, seguro”, dijo después el Mayor pero la chica parecía no convencerse y él que inició la conversación tan paciente, fue poco a poco cansándose de rogarla que aceptara. Al final, casi le dijo “bueno, lo tomas o lo dejas” porque el otro celular le sonaba y le entraban mails en su iPad.

Parece que ella dijo que sí, porque entonces él le recomendó que le mandara un mail a la “licenciada” agradeciendo la plaza que a mí me sonó medio fantasmal. “Sí mi reina, todo está bien, sí linda, vas a ver que esto te conviene, aquí te espero”, colgó y salió corriendo de su oficina junto al resto de los que acompañan de comisión al Alcalde, salieron sin ver al grupo de personas vestidas iguales que esperaban afuera ya por más de cinco horas, que los vieron partir con disimulada desesperación.

Mientras me alejaba en un taxi corinto, pensaba que nunca sabré qué pasó con el escuadrón blanco y caqui, y tampoco el nombre de la cantante que desbancó a los payasos. Además, imaginé que escenas como estas pasan en cientos de oficinas parecidas en todo el país.

Such is life in the tropics.