jueves, 26 de febrero de 2009

Empieza Cristo a padecer


Si de algo me ha servido este blog, es para desahogarme. Así que aquí va mi lamento de hoy.
Desde ayer empezó la cuaresma, y con ella las procesiones, y con ellas ¡el caos! Para quienes trabajan o viven, o ambas cosas, en la zona 1, eso es simplemente desesperante.
Antes simplemente evitaba pasar por el Centro Histórico, pero desde que me mudé me la paso estudiando cómo hacer para llegar a mi casa o a mi trabajo, peleando con cucuruchos y cachurecos, lamentándome por el tiempo perdido y, al final, resignándome a mi triste realidad.
Ok, ok. Entiendo que no quieren que encienda mi cigarro por respeto a los demás. Entonces, por favor no obstruyan la calle por respeto a los no católicos. Porque no que no se trata solamente del susodicho cortejo, sino también está el tema de las alfombras, ya que los “fieles” cierran sus cuadras para hacerlas. Por experiencia propia sé que en su mayoría son de pino y flores, mal hechas a la carrera que no valen el caos que arman.
Creo que pedir que regulen las procesiones es una utopía, porque somos una sociedad conservadora e indiferente. Pero en mi mundo ideal, no existirían, pues los católicos tendrían derecho a hacer sus ritos dentro de sus iglesias, nada más. ¿Quién los ha hecho dueños de las calles? ¿y las otras religiones, incluso las no cristianas, por qué no tienen el mismo derecho?
Al menos, en mi opinión, deberían regular mejor el tránsito orientando a los desesperados conductores. Mejor si circularan en horas y días no hábiles. Además, las alfombras se deberán permitir solo el jueves y viernes santo, cuando todos, o la mayoría, ya no estamos trabajando.
Otra mala noticia es que hay procesiones todo el año, aunque más pequeñas ocasionan igual caos. Esto hace menos atractivo el Centro Histórico, es una razón más para quienes no quieren visitarlo o, en el caso de los más jóvenes, conocerlo.
Sé que en este tema estoy arando en el mar, pero no me importa. Qué fácil hablar de tolerancia y respeto pensando solamente en uno mismo. Prometo, por aquello del karma y la ley de la atracción, cultivar mi paz interior y ser no solamente tolerante, sino respetuosa. Ojalá que la procesión de hoy no me robe el valioso tiempo para hacer la tarea con mi hijo.

viernes, 20 de febrero de 2009

¡Déjenme si estoy fumando!


Todas las personas a quienes les ofende olor a cigarrillo están felices hoy, pues prácticamente ya no se puede fumar en lugar que no sea tu casa o la calle.
Qué sofisticados somos, de primer mundo nos creemos, sí, cómo no.
Yo soltaré mi cigarrito cuando pueda ir por la calle sin que me asalten, y si me asaltan, que agarren al delincuente y se hagan cumplir las otras leyes, las más importantes. También dejaré de echar humo cuando sea devuelto todo lo que se ha robado tanto funcionarios ladrones.
Entiendo que se quiera defender el derecho de los no fumadores, incluyendo los niños, pero entonces que los alejen también del smog de las viejas camionetas y del medio ambiente contaminado en general, not to mention de las porquerías que se comen todos los días.
Como dijo Sharon Stone “¿qué? ¿me van a arrestar por fumar?”. Solo faltaría que las cárceles estuvieran llenas de fumadores y no de sicarios, ladrones, secuestradores, diputados, violadores. Claro, es más fácil perseguir a un pobre que enciende un cigarro que a los superpoderosos delincuentes.
Yo casi ya no fumo, pero no quiero renunciar a mi cigarrito del viernes acompañado de una cervecita. No lo hago delante de mi hijo ni de los hijos de nadie, sino en un lugar para ésos fines. Quizá si deberían ser más organizados con las áreas de no fumar y fumar, y los que no se quieren “contaminar” sentarse donde les corresponde. Además, es de gente educada siempre preguntar a quien está cerca si les molesta si uno enciende un cigarro. En cambio, nadie le pregunta a uno si le molesta el ruido que hace, el humo de su carro viejo, la comida contaminada que vende, la discriminación por pensar o actuar diferente.
Para quienes se les va la mano con el consumo, 20 cigarros al día o más, definitivamente hay que buscarles ayuda. No solamente porque muchas veces se gastan lo que no tienen, sino porque además se están matando lentamente. El dueño de la personalidad adictiva y compulsiva igual consume descontroladamente un cigarro que la comida, el sexo, el ejercicio y un largo etcétera.
Pero quienes no tienen ese tipo de problemas de personalidad, pueden consumir muchas sustancias, como el cigarro, sin llegar a extremos.
Rayos, ya se me antojó un cigarrito…

miércoles, 18 de febrero de 2009

Estoy aburrida

Desde pequeña he visto a personas pegadas a unas carteleras que está en la 13 calle entre 9 y 10 avenidas de la zona 1. Todas miraban unos papeles amarillos con letras pequeñitas. Más tarde, cuando ya era parte de la fuerza trabajadora, me enteré que eran desempleados en busca de trabajo en los clasificados. Alguien me dijo que iban ahí porque ni siquiera tenían para comprar la prensa.
Ahora que trabajo en la citada dirección, los veo cada lunes y cada jueves. A la hora que llego, casi a las 8:30, ya hay pocos. La mayoría vienen antes de las 8 y salen a dejar sus currículos en cuanto encuentran algo prometedor, o por lo menos no tan gacho. Cada lunes y cada jueves veo caras desesperadas, algunas indiferentes, pocas ilusionadas.
Se supone que trabajar es natural del ser humano. Se supone que aunque no tuviéramos necesidad de ganar dinero, no podríamos vivir sin trabajar. No estoy de acuerdo. A qué horas vamos a vivir?
Quizá esas personas que me ven pasar apurada y emperifoyada pensarán "qué dichosa, ya tiene un empleo". Eso me parece irónico.
Como muchos otros días, hoy no quería venir al trabajo. Es realmente aburrido estar sentada en un cubo de metro y medio, día tras día. Mi cabeza no da más, saltando de tema en tema. Debo ir de la anemia a los tampones, del acné juvenil a los detalles en pareja, de los preparativos de la fiesta de quince años a la canasta básica, en un abrir y cerrar de ojos.
Mientras, el día allá fuera se ve maravilloso, soleado pero no caluroso. Como para capearse. Veo a mí alrededor, todos parecen resignados. ¿Soy la única que pienso así? Definitivamente, no puedo escribir como si estuviera haciendo tortillas. Para mí, simplemente no funciona así.
Vivir así debería estar prohibido. Mi iPod no me ayuda, ni la Internet, ni ver a mis amigos en el Facebook. Me desespero. Divago. Tengo náusea. Hago como que trabajo para que los demás no me juzguen. Mover un dedo quiere un esfuerzo gigantesco, organizar las palabras para que sean coherentes también.
Uh uh, señal de alarma, algo anda mal.
Quizá mañana en lugar de entrar al edificio, debería quedarme viendo esos papeles amarillos y buscar algo nuevo. O simplemente dejar que todo se derrumbre.
Yo, siempre y por siempre, aburrida.

martes, 17 de febrero de 2009

Sí, todavía soy atea



¿Por qué será que tal afirmación asusta? ¿Todavía? En siglos anteriores hasta me hubieran quemado, pero ahora hay libertad de cultos, y supongo que también la libertad de no tenerlos.
Pido respeto, mi creencia (o falta de ella) es tan válida como la de los demás. Sin embargo, he notado que los que somos ateos vamos por el mundo sin contarlo demasiado, contrario a los cristianos, por ejemplo, que lo gritan a los cuatro vientos. ¿Será que nos da vergüenza? Yo creo que es más que todo miedo de ser rechazado.
En mi caso, no ha faltado quien me ha dejado de hablar. Otros tratan de llevarme a los caminos del señor, otros me envían mensajes (verbales, por email, de texto, revistas y libros) para que me de cuenta de mi error.
No pienso cambiar. Ahora, el dilema es mi hijo. En el colegio a donde asiste ya le hablan de Dios, aunque mi mamá desde que nació lo ha persignado.
Estoy en aprietos. Tengo que encontrar una estrategia para que no vuelva a casa un día y también me trate de convencer que estoy equivocada.
No quiero que él sea ateo a la fuerza. Quiero que tenga toda la información del caso y tome una decisión informada. No descarto, tomando en cuenta la dialéctica, que Manuel salga cachureco. Lo aceptaría y respetaría, como a todos mis amigos creyentes, hasta lo iría a ver cargar en Semana Santa, pero a mí que me deje en paz.
Hace poco más de un año, cedí ante la presión social de bautizar a mi hijo. Era un compromiso, una reunión familiar, pero fue horrible. Antes del rito, nos tuvieron en un salón por horas mientras oíamos a una monjita enojada regañarnos por todo.
Luego, la misa duró más de lo humanamente soportable, mientras nos asábamos del calor en una iglesia atestada de gente y de niños llorando. Cuando era pequeña me enseñaron que parte de la fe es el sacrificio, supongo que se referían a este tipo de torturas.
Me deshidraté de tanto sudar, se me bajó el azúcar, me dio alergia, solo faltaba que me diera vueltas la cabeza, me cambiaran de color los ojos y empezara a levitar.
Adoro ser libre, que nadie me diga qué hacer, mucho menos gente con tantos prejuicios, dogmas y tabúes. Además, no me gusta sentirme parte de un rebaño.
Pero a veces, como en ese día del bautizo en el que salí huyendo, me doy cuenta que también le tengo un poco de fobia.
El recién pasado día del cariño me regalaron un bellísimo collar con una flor bonsai disecada, dentro de una cruz. Yo luciendo algo así? Hacerlo será la más grande prueba de amor, ojalá no me derrita...

viernes, 13 de febrero de 2009

A mis amigos



Cómo quisiera tener el tiempo para irlos a visitar, para secuestrarlos e irnos a parrandear, o simplemente a platicar, o de shopping, como antes.
En cambio, me siento lejana. Verlos lindos y sonrientes en el facebook y leer lo que les sucede en sus blogs me hace sonreír pero, a la vez, me da nostalgia. Estamos tan cerca, y tan lejos.
Aunque no se los diga frecuentemente, debo admitir que fueron y son parte importante de mi vida, de quien soy. Cualquiera que me conoce sabe que soy amiguera, pero también algo desidiosa y rara a la hora de seguir la huella de quienes quiero. Perdón.
Hoy en este cursi día del cariño, no puedo sino pensar en todos. En los cool, en los nerds, en los freaks, en los rockeros, en los reguetoneros, en los artistas, en los bolitos, en los más que bolitos, en los los bien portados, en los fashion, en los fachudos, en los tiernos, en los duros, en los indiferentes, en los revolucionarios. Mis amigos, a lo largo de los años, se han convertido en un universo de seres maravillosos, a su manera.
Aunque ya no compartamos largas horas, aunque me lleguen sus noticias solo por medio de terceros y por la red, los quiero a todos.
No, no fumé de la buena, se los juro…