jueves, 24 de abril de 2008

El fin de una era


En julio 2003 era una secretaria que había publicado un libro y odiaba su trabajo. Un mes después, pude empezar a vivir de escribir, en Siglo Veintiuno. Una maravillosa etapa así estaba empezando, que duró 4 años, 8 meses y 18 días, que resultó en la persona que soy hoy.
Luego de haberme acomodado y vivido relajadamente en mi hábitat, hoy estoy trabajando para la competencia, Prensa Libre. Este es mi escritorio y soy la nueva. Empezar siempre es difícil, más para mí, animal de costumbres.
En S21 era una chava treintona que tenía un hijo, conocida por sus escritos, sus parrandas, sus dramas. Escribía sobre cultura, tenía una columna en la sección editorial, trabajaba a mi manera.
Aquí sólo soy la señora nueva que sale corriendo a las 5 de la tarde culpable porque no ha visto a su hijo en todo el día. La que no sabe usar bien la PC por haber usado MAC por largos años.
Por la ventana casi se ve mi casa, junto a S21, pero las iglesias y edificios solo me dejan adivinar qué está pasando por allá.
Quisiera no dejar de ser yo, no ser absorbida por la masa de adultos eficientes obsesionados con pagar las deudas y cumplir con las obligaciones a cabalidad.
Por el momento, me estoy adaptando poco a poco a pertenecer a una gran organización, donde quizá se perderán mis palabras entre el mar de páginas diarias. Lo bueno, a parte de las mejoras salariales, es que las lecturas y mi escritura serán el refugio perfecto.
Lo curioso, para mí, es que en estos pocos días ha empezado a aflorar parte mi personalidad que hacía rato no se mostraba. Una de mis otras personalidades. La calladita e introvertida, que se distrae fácilmente y se va a mundos imaginarios...
Pero, basta, debo volver a la tierra, al piso 7. Debo escribir un artículo sobre las ventajas de comer frutas.
¿Habré hecho lo correcto?

jueves, 10 de abril de 2008

Hello! aqui les voy


Esta fue mi última columna en Siglo Veintiuno.

Aprovecho esta última columna para manifestar mi malestar con la Policía Municipal de Tránsito. Y no, no es por la multa que me pusieron…
La semana pasada visité su Centro de Control de Tránsito para hacer un amplio reportaje sobre su labor. Luciéndose en sus labores y presentando su mejor cara, Amílcar Montejo y sus muchachos me dieron una agradable impresión de su trabajo.
Resultado de eso, el domingo pasado este diario publicó una nota de tres páginas, y en portada salió Montejo dando una clase de educación vial.
Contrastando con esto, el viernes anterior, un agente de la PMT agredió brutalmente a mi compañero Danilo Ramírez, por tratar de fotografiarlo cuando golpeaba a un menor de edad. A pesar de lo que Montejo dijo, que dicho agente no es parte de la PMT pero casualmente tenía puesto el uniforme, me sentí ofendida.
Además, según me explicó días antes Marco Tulio Balcárcel, delegado asistente, este grupo élite es lo que ellos llaman el grupo de reacción que les ayuda en problemas con la población. Con orgullo, me dijo que eran más altos y fornidos y que estaban mejor entrenados para los enfrentamientos.
Nunca me imaginé que uno de ellos le daría tremendo puñetazo a Danilo, patojo tranquilo que no le haría daño a nadie. Lamentablemente, una mano (hecha puño) borra lo que hace la otra.
Lo hago público para que no se crea que no somos solidarios. Cuando el hecho ocurrió, ya la edición dominical estaba cerrada. De lo contrario, el reportaje habría cambiado, y la portada hubiera sido otra.
Con el ánimo de que nos volvamos a encontrar en otras páginas, me despido

Sí, me voy de este medio de comunicación. Sentimientos encontrados me asaltan, luego de 4 años y 8 meses de trabajar en Corporación de Noticias.
Entre muchas otras cosas, extrañaré el hecho de tener una columna de opinión en un periódico de papel. Pero sé también que este medio electrónico siempre está disponible, sin censuras. Es solo que no es igual….
Además, la blogósfera está llena de gente ingeniosa y llena de misterio, que le dan ataques de asma, que llora por indigentes, que le sacan la madre a los ecologistas rematados, y que se elogian entre sí.
No me considero una blogger, me metí en este rollo para promocionar mi segundo libro. Pero a falta de mi Habitación Propia, creo que le entraré con ganas. A ver qué pasa. ¿Hay lugar para una mujer común?

lunes, 7 de abril de 2008

Starvation


Hace poco me pasó algo interesante. Fui con una nutricionista y decidí ponerme a dieta. Para empezar, la profesional me pidió que desintoxicara mi cuerpo para empezar sin cochinadas en el organismo. Accedí sin saber a lo que me estaba metiendo.
Debía comer por tres días con sus noches solamente un menjurje de verduras, lo cua era algo drástico para una comelona como yo. Para terminarla de joder, no podía ingerir ni una gota de alcohol si quería que funcionara.
Son solo tres días, pensé. Qué ingenua.
Al segundo día me sentía débil y malhumorada, algo achacosa. Entonces me vino la regla y fue el acabose. Siendo la persona más hedonista del mundo, sin comida, alcohol ni sexo, me sentí realmente perdida.
Nunca había meditado acerca de lo que llaman “ayuno”, el cual muchos lo toman como la privación no solo de comida, sino también de todo aquello que nos gusta. Durante ese laaaargo fin de semana lo entendí. Hay vida más allá del placer, hay placer en la ausencia del placer. Sobria, débil, con cólicos y hambre, estuve a solas conmigo misma.
Concluí que la experiencia valía la pena porque sabía que cuando terminara, todo me sabría a gloria. Todo.
Y así fue. Terminé la desintoxicación y se me fue la regla. Tuve la cita más excitante y placentera que recuerdo, el vino y la comida parecían regalos del cielo, y las caricias nunca se sintieron más intensas. Lo juro.
Creo que lo haré otra vez.