miércoles, 5 de octubre de 2011

Atrapada en los Tiempos modernos...




Yo era la autora que escribía sobre el personaje atormentando, aquel que está en medio de una interesante pero terrible encrucijada. Con la pluma, con el teclado, movía los hilos y le daba vida, lo llevaba a situaciones maravillosas o espantosas, para verlo sonreír, amar, odiar, llorar, gritar, todo en una alucinante y compleja historia que finalmente llegaría a un desenlace. Yo era…
Pero hoy el personaje soy yo. Estoy aquí a punto de volverme loca, en la dis que encrucijada donde no hay caminos, hay apenas rastros, veredas, escarpadas subidas, tenebrosas bajadas, miro como loca de arriba para abajo, de izquierda a derecha, mi cabeza quiere dar vueltas. Trato de adivinar hacia dónde va la trama, qué es lo que pasará en el siguiente capítulo. Pero el autor, el que me lleva de la mano, parece estar endemoniado, me enseña el abismo, el pantano, la desesperanza …


La primera vez que trabajé tenía 18 años, era una secretaria bilingüe recién graduada que no sabía nada de la vida, solo sabía que quería ser escritora. Al recibir mi primer pago, de Q450, me sentí rica, nunca había tenido tanto dinero en la mano.

Entre ese primer cheque que recibí y el último, 20 años después, parece que he envejecido tanto. Parecen dos mujeres diferentes: La patoja rebelde que creía poder cambiar el mundo se compadecería de esta mujer, a la que al parecer el mundo ha cambiado a puro trancazo y desilusión.

Infinitamente cansada, me siento insignificante ante la máquina horrenda e inhumana que es el sistema. No soy ni siquiera la proverbial tuerca o tornillo, no, qué va, al parecer soy apenas un chisguete de aceite, una tachuela…

Afortunadamente, tengo tantas otras cosas en mi vida, tanta riqueza no monetaria, si no, no sé a dónde iría a parar. Ante este mundo colapsado e insensible, es imprescindible aprender a ser feliz con lo realmente importante que no tiene precio ni valor en la bolsa, porque eso no nos lo pueden quitar.

Así que a tomar la pluma, el teclado, y volver a ser una escritora pobre pero libre y feliz...