martes, 17 de enero de 2012

La decisión de Patzy


Ojalá todas las mujeres tuviéramos la oportunidad de rechazar un empleo que no nos permite cumplir a cabalidad con los deberes familiares y proyectos personales, aunque sea bien remunerado. Quizá, se me ocurre, entonces las empresas y corporaciones replantearían sus horarios, sus exigencias, sus sueldos, con tal de tener entre sus filas a tan valiosas mujeres.

Pero en la mayoría de los casos, lo que prima es la necesidad de, precisamente, darle lo necesario a esa familia que tanto se ama, aun a costa de no verla. Aunque se tenga que salir al amanecer con hambre y desvelo, para regresar de noche con hambre y cansancio.

Yo? me doy por vencida. El sistema es perverso, está diseñado para elegir dos modelos de mujer: el ama de casa que renuncia a su faceta profesional y a tener un ingreso propio con tal de atender bien a su familia, o ser la trabajadora que puede proveer pero que está ausente de su casa, incluso los fines de semana y días festivos.

No hay intermedios en el panorama. Maldita sea.

La admito, lo confieso: este sistema me venció. Soy un fracaso más, simplemente un cliché. Yo que me creía diferente por tener sueños y metas, ahora me doy cuenta que de seguro todas las mujeres que veo pasar todos los días los tuvieron alguna vez, pero debieron renunciar a ellos. Así de simple.

¿Mi descabellada petición? ¿mi pecado? ¿mi delito? Querer un trabajo que remunere decentemente lo que soy capaz de hacer, lo que he aprendido, con un horario y unas prestaciones que cumplan con lo que dice la ley. Uno en donde no me hagan sentir inferior o estúpida por querer tener una vida plena afuera de la oficina.
Qué tonta, qué ilusa, que desquiciada soy al pedir esto, retar al todopoderoso sistema, cuando soy proletaria, pinche asalariada.

Las cosas a veces me suceden al revés. Cuando era jovencita tenía un trabajo que me daba mucho tiempo para mí, el cual por cierto desperdicié de muchas maneras, hasta tenía tiempo para aburrirme. Ahora, que necesito desesperadamente tiempo, solo encuentro trabajos que me dicen “tome estas 10 o 12 horas diarias de trabajo o déjelo, así es la vida. Siguiente!”.

¿Seguir así? No tener tiempo ni para ir al médico o tramitar mi DPI, muchos menos para hacerme un pedicure o leer un buen libro o terminar mi novela, no poder jamás hacer las tareas con mi hijo en una hora razonable y luego ir al parque, pero poder pagar las deudas y los compromisos. Poder sentirme parte productiva de la sociedad, seguir tratando de demostrar que puedo con todas las bolas en el aire.

¿O cambiar de escenario? Asumir el fracaso y renunciar, aceptar que este mundo está hecho para que solo soñemos con una vida mejor que nunca viene. Acarrearme problemas legales con las deudas sin pagar, perder la casa con la que soñé desde niña, depender de otros hasta para comprarme las toallas sanitarias, pero disponer de mi tiempo para desayunar con mi hijo, vestirlo y llevarlo al colegio, para luego dedicarme a leer y a escribir...

Oh Patzy, de seguro que tú tienes muchas más opciones que yo.