lunes, 10 de marzo de 2008

un mordisquito a la gran manzana



Cuando era joven e indocumentada, odiaba a los Estados Unidos. Según me enseñaban mis maestros marxistas y la historia, eran los malos de la película. Yankees go home, gritaba bajo mi capucha.
Sin embargo, mi opinión cambió un poco conforme maduré y cuando conocí a un judío izquierdista gringo. Me hizo ver que en un país taaaaan grande hay gente de todo tipo, y que sus presidentes no son de la simpatía de todos. Además, su partido comunista (sí, ellos SI tienen un partido comunista desde 1919) albergó a grandes intelectuales y artistas del mundo entero (Frida Khalo incluida).
Luego dejé de ser rojilla para ir cambiando a un tono cada vez más desteñido, hasta acercarme peligrosamente al rosa en la actualidad. Shame on me. Además, largas tardes de hueva frente al televisor me hicieron casi adicta a Sex and the city (mea culpa Marx), Seinfield (lo siento compañero Ché) y a Friends (¡perdóname Santa Chabela!).
Ahora, curiosamente, al igual que el catolicismo, las teorías de izquierda recalcitrante están metidas en mi ser, pero producen en mí más bien nostalgia. Sin embargo, nunca cruzo las piernas dentro de una iglesia y siempre me acuerdo del Día del Guerrillero Heroico.
El mundo ha cambiado, yo he cambiado. Así que unos días después de que Fidel se fue por la buenas, visité tierras gringas (ya las había pisado pero me había ido de largo).
A diferencia de cómo me ha pasado en otras ciudades (o sea pues), no me sentí ajena. Nueva York tiene una energía y una vibra impresionantes, y has visto tantas veces imágenes de allí, de sus alegrías y de sus tristezas, de su grandeza y hasta de su podredumbre, que sientes que ya la conoces. Definitivamente, mi tipo de ciudad. Aunque yo me sentía cual Carry Bradshaw caminando por Manhattan, me pasaron cosas dignas de la India María o de los Nitos.
No deja de darme culpa haber estado antes en Nueva York que en La Habana. Ni modo. Pero ahora planeo pasar el año nuevo en Cuba, pues el 1 de enero próximo cumplirá 50 años la Revolución que hizo soñar a tantos.