viernes, 27 de abril de 2007

Un robo lo cambia todo


Maldición. Me han robado otra vez. Ya perdí la cuenta de las veces que algún desconocido de pronto decide que lo mío es de él. Nunca me ha asaltado una mujer. Bueno, una vez fui víctima de una marita que incluía a algunas chavas. Ah, esa bendida zona 5.
Pues me encontraba yo ahí quitada de la pena en un restaurante de un centro comercial de la zona 4 comiendo. La verdad, parecen magos. Ahora lo ves, ahora ya no lo ves. Han de practicar mucho pues está todo bien planificado. Llega un chavo entelerido con gorra y con cara de pendejo a preguntarte por un restaurante que no está ahí. Mientras giras para hablarle y decirle que está perdido (hasta sientes pena por el estúpido desorientado) otro con manos de seda se lleva tu bolsa.
Cuando me di cuenta, la que puso cara de pendeja fui yo. Tenía mi vida en esa bolsa. El dinero que me ayudaría a pagar ciertas cuentas urgentes, todos mis documentos y tarjetas, mi iPod, mi grabadora digital, los papeles y llaves del carro, un libro de Lorca y otro de Bukowski, en fin, cosas vitales para estar con vida.
Ahora soy una indocumentada sin dinero para reponer lo perdido. Estoy deprimida porque me cortaron el teléfono y tengo que hacer mil trámites para poder demostrar que existo.
De eso hace ya unos días. Mucha gente me dice, menos mal que no le hicieron nada. Parece tonto, pero si lo piensas así, hasta agradecés que no te hayan asesinado. Qué nos pasa, cada día me decepciono más de vivir aquí. Antes veía a mi país como una víctima que se podía rescatar, ahora lo veo como un monstruo descontrolado. Antes era la más patriota, ahora no me molestaría vivir en el primer mundo.
Que quede constancia que consideraré este incidente como mi donación anual a los desempleados y a los jóvenes sin oportunidades. Que les aproveche, mi colección de la música de Madonna seguro amenizará sus miserables vidas.
Snif snif.

jueves, 19 de abril de 2007

Se pierde la practica


Estaba completamente segura que haría una entrada diaria a mi blog. Me lo había propuesto como cuando era joven (no se rían por favor) y escribía todos los días en mi diario, incluso varias veces.
Ahora es más complicado. Además de la falta de un respiro para hacer algo totalmente egoísta, no estoy muy segura de qué escribir que pueda interesarle a los demás. ¿alguna sugerencia?

Vino y se fue



El cacareado cumpleaños 35 vino en un día de atareado trabajo y mucho calor. Sin embargo, como ven en la foto, hubo la parranda de rigor. A pesar de las apariencias, estuve muy tranquilita y como una dama.
Tuve tiempo, mientras escuchaba los salmos obligatorios de la trova, para pensar en mis distintas etapas. La de colegiala católica, la de secretaria de medias y tacón, la de rebelde militante, la de estudiante dedicada pero desencantada, la de mujer emancipada, la de caótica parrandera destructiva, la de periodista atolondrada, y la de soccer mom que vivo ahora. Todas han tenido en común la extraña necesidad de poner todo lo relevante, y también lo irrelevante, por escrito.
Hay nostalgia, pero también veo que todo esos vericuetos de la vida me llevaban a este lugar donde estoy ahora, muy contenta. Hasta lo más desagradable que me ocurrió, me ha sido de utilidad. Besé muchos sapos para encontrar un príncipe.
No pensé que la felicidad fuera posible, porque pensaba que era un momento permanente. Ahora descubro que soy condiciones concretas, espacios ganados, golpes de suerte, milagros diarios, lo que te coloca en cierto lugar cómodo.
Por supuesto, vivo temiendo que todo se desbaratará de un momento a otro. El miedo cristiano no me abandona, la culpa es mi roomate. Pero mientras dure, lo disfrutaré.
Ya con más de 35, ahora me sumerjo a la vida de lleno. No como antes, a medias, con mierditas, haciendo muecas. Ahora aquí estoy metida hasta el cuello. No me arrepiento.

martes, 10 de abril de 2007

¿Por que se escriben libros?




Me acaban de entregar mi segundo libro. Se llama El Club de los aburridos. Vaya título, ¿no? el editor me llamó para decirme que ya estaba listo, así que impaciente fui a la editorial como quien dice a recoger a mi tercer vástago (tengo un libro anterior y un bebé de un año, se llama Manuel). No fue como en las dos ocasiones anteriores.
Es más bien pequeño, no mucho me gusta el diseño de la portada, omitieron mi dedicatoria y el comentario de la solapa me parece que no le hace justicia a mi pequeño y lindo libro. Supongo que como a los hijos, vemos a nuestros libros hermosos aunque para otros no lo sean.
Mi sueño dorado era publicar. Iba a cada presentación de libro que había en la ciudad solo para estar cerca de los escritores. Pensaba que era algo mágico, algo que haría mi vida diferente. Llegaba puntual y me sentaba adelante, mientras miraba arrobada a los literatos, creía que estar ahí debía ser la cosa más maravillosa del mundo.
Pero no lo fue. Cuando fue mi turno, llegué nerviosa, tanto que no podía disfrutar la experiencia. Ronald Flores, que lo comentaría, estaba ahí con su esposa de entonces, Ana, y su pequeño bebé. Cuando me vio, Ronald tomó uno de mis libros y se me acercó para enseñármelo. Era lo más lindo que había visto en mi vida (claro, no había nacido Manuelito). Mi nombre impreso junto al título que se me había ocurrido saber cómo: Diosas Decadentes (otro titulito no?) Luego Ronald me pidió que le firmara el primer ejemplar. Me hizo sentir honrada que me lo pidiera, como si realmente fuera algo importante. Pero, ahora que lo pienso, en ese momento creía que lo era.
Luego tuve mi primer dilema de escritora: No había considerado nunca qué escribiría en las dedicatorias de los libros. Ante tal situación (generalmente la persona está de pie frente a ti esperando que le escribas alguna genialidad) no supe que hacer. Hoy no recuerdo lo que le escribí a Ronald, ni a las otras personas que me lo pidieron. Me gustaría saberlo.
Un ratito después se acabó la magia de la primera firma. Hay una razón por la cual uno se expresa a través del lenguaje escrito y no por otros medios, digamos, escénicos. Fue una tortura que todos me vieran mientras yo trataba de mantener la compostura, mientras otros hablaban bien de mí. Yo trataba de concentrarme en el reluciente libro que tenía frente a mí, mientras me preguntaba si sentía lo que había esperado. La verdad era que no. Todo había empezado muchos años atrás, sin la intención de hacer un libro pues creía que era imposible. Solo eran pequeñas historias, hasta cierto punto banales,que fueron creciendo. Otro día escribiré de eso.
Cuando me tocó hablar, se me quebró la voz al recordar cómo mi maestra favorita en el colegio me dijo que me olvidara de ser escritora. Según ella, era muy pobre para tener esos sueños, la muy snob.
Bueno, lo que vino después fue todavía más inesperado. Resultó que publicar un libro es muy parecido a pararse en la Plaza Central desnuda. Dejas que otras personas vean tus partes más escondidas, las bonitas y las feas. Que te cuenten las pecas y las llantitas. Mucha gente que leyó mi libro esperando no sé qué (quizá inofensivos cuentos para niños) se ofendió cuando vieron de qué se trataba. Para mí, no era más que la realidad que veía en todas partes, pero para ellos eran atrocidades, quizá porque lo decía una mujer. Me inquietó darme cuenta cómo la gente común, no la que se la pasa en entregas de libros, no entiende lo que es una obra literaria, no comprenden el pacto narrativo. Como muchos cuentos están escritos en primera persona, pues me pareció lo más indicado, pensaron que todo lo que ahí decía me había ocurrido en realidad a mí. Háganme el favor. En fin, por un buen tiempo me la pasé justificándome hasta que pasó la conmoción.
De eso hace seis años. Eso es muuuuuucho tiempo en términos de lo que ha pasado en mi vida. Aunque en ese tiempo tenía 29 primaveras, todavía era muy ingenua. Ahora la verdad ya no me hago muchas ilusiones. Me gusta mi libro, como me gusta mi hijo y el libro anterior, pero no creo que sea lo mejor que he escrito. No es la perfección como Manuelito. Es más, creo que podría vivir sin publicarlo. Sin embargo, existe cierta presión de parte de otros para que publique. Qué más da. Me gusta escandalizar.
El 9 de mayo próximo lo presentaré, en el Centro Cultural de España. Planeo estar más tranquila, más relajada, levantar la cejita con expresión "a qué hora se acaba esto?".

lunes, 9 de abril de 2007

Se acerca se acerca se acerca


Siempre he leído que los 35 años son la edad cúspide de las mujeres, y no solamente en lo sexual. Estoy a tres días de cumplirlos, y no sé qué pensar. Parece que fue ayer que cumplí 25, que cumplí 15! (en un caluroso domingo de ramos luciendo un ridículo vestido lila). La edad es una cosa curiosa, creemos que seremos jóvenes y lozanos para siempre, y cometemos el error de criticar a "los viejos" y cuando te vienes a dar cuenta, pum! eres uno de ellos.
No sé si me veo vieja, dicen que la imagen mental que tenemos cada uno no siempre coincide con la realidad. Según yo, no estoy tan vieja, claro, ya no me siento adolescente. Hoy me revisaré detenidamente en el espejo en busca de arrugas.
Se me ocurre que estoy en la mitad de mi vida. No me gustaría vivir más de 70 años. Es más, nunca pensé llegar a los 30, creí que moriría joven y sería una leyenda (ay tú). Según dice, la línea de la vida que tengo en mi mano izquierda es demasiado corta, muchos buenos intencionados en leérmela se asustaron al verla. Así que siempre decía: ya viene la muerte cerca.
Pero nunca vino, primero eché raíces e hice vínculos que no me permiten pensar en el suicidio, ya no.