jueves, 19 de abril de 2007

Vino y se fue



El cacareado cumpleaños 35 vino en un día de atareado trabajo y mucho calor. Sin embargo, como ven en la foto, hubo la parranda de rigor. A pesar de las apariencias, estuve muy tranquilita y como una dama.
Tuve tiempo, mientras escuchaba los salmos obligatorios de la trova, para pensar en mis distintas etapas. La de colegiala católica, la de secretaria de medias y tacón, la de rebelde militante, la de estudiante dedicada pero desencantada, la de mujer emancipada, la de caótica parrandera destructiva, la de periodista atolondrada, y la de soccer mom que vivo ahora. Todas han tenido en común la extraña necesidad de poner todo lo relevante, y también lo irrelevante, por escrito.
Hay nostalgia, pero también veo que todo esos vericuetos de la vida me llevaban a este lugar donde estoy ahora, muy contenta. Hasta lo más desagradable que me ocurrió, me ha sido de utilidad. Besé muchos sapos para encontrar un príncipe.
No pensé que la felicidad fuera posible, porque pensaba que era un momento permanente. Ahora descubro que soy condiciones concretas, espacios ganados, golpes de suerte, milagros diarios, lo que te coloca en cierto lugar cómodo.
Por supuesto, vivo temiendo que todo se desbaratará de un momento a otro. El miedo cristiano no me abandona, la culpa es mi roomate. Pero mientras dure, lo disfrutaré.
Ya con más de 35, ahora me sumerjo a la vida de lleno. No como antes, a medias, con mierditas, haciendo muecas. Ahora aquí estoy metida hasta el cuello. No me arrepiento.

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