lunes, 7 de abril de 2008

Starvation


Hace poco me pasó algo interesante. Fui con una nutricionista y decidí ponerme a dieta. Para empezar, la profesional me pidió que desintoxicara mi cuerpo para empezar sin cochinadas en el organismo. Accedí sin saber a lo que me estaba metiendo.
Debía comer por tres días con sus noches solamente un menjurje de verduras, lo cua era algo drástico para una comelona como yo. Para terminarla de joder, no podía ingerir ni una gota de alcohol si quería que funcionara.
Son solo tres días, pensé. Qué ingenua.
Al segundo día me sentía débil y malhumorada, algo achacosa. Entonces me vino la regla y fue el acabose. Siendo la persona más hedonista del mundo, sin comida, alcohol ni sexo, me sentí realmente perdida.
Nunca había meditado acerca de lo que llaman “ayuno”, el cual muchos lo toman como la privación no solo de comida, sino también de todo aquello que nos gusta. Durante ese laaaargo fin de semana lo entendí. Hay vida más allá del placer, hay placer en la ausencia del placer. Sobria, débil, con cólicos y hambre, estuve a solas conmigo misma.
Concluí que la experiencia valía la pena porque sabía que cuando terminara, todo me sabría a gloria. Todo.
Y así fue. Terminé la desintoxicación y se me fue la regla. Tuve la cita más excitante y placentera que recuerdo, el vino y la comida parecían regalos del cielo, y las caricias nunca se sintieron más intensas. Lo juro.
Creo que lo haré otra vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Masoquismo por placer, eso, me llega eso, cualquier sacrificio es válido si la recompensa

Sufro, pero después me desquito...