jueves, 31 de marzo de 2016

Dejar ir, perdonar, para poder avanzar

Tengo una amiga muy querida y admirada que no se casó. Profesional, culta, bonita y simpática, quetzalteca para más señas. Cuando la conocí tenía unos 45 años, era de las mujeres más elegantes que conocía, pero a la vez su presencia imponía respeto, una líder natural. Tenía no pocos problemas con los machistas que no podían aceptar a una mujer profesional que en lo académico estuviera en igual o mejor posición.

Me costó hacer amistad con ella, en un inicio chocamos, no podíamos ser más diferentes. Todos decían que es dura pero en realidad es una persona reservada. Con los años y el trabajo diario pude al fin llamarle amiga, aprendí mucho de ella en todos los campos a veces por las buenas, pero también por las malas. Me enseñó muchas cosas como a escuchar música académica y a vestirme más “profesional” (casi se desmaya una vez cuando me aparecí con medias púrpuras y enormes zapatos mary janes, eran los 90s).

En mis ojos de veinteañera no entendía por qué ella no estaba casada. En esa época yo vivía una vida sentimental un poco menos que turbulenta, por lo que ella me veía flotar por las nubes de ilusión, vivir un romance y luego arrastrarme por los suelos de decepción para después volver a empezar todo ese ciclo.

Un día ella me dijo que ella también podría aprender de mí, no me esperaba que me dijera algo así, fue un cumplido sobretodo viniendo de ella.

Resulta que le rompieron el corazón muchos años atrás de la manera más dramática posible, cuando era jovencita. Allí aprendió, supongo, a ser más precavida. Dejó pasar muchos años antes de volver a confiar en alguien, tanto fue su dolor.

Como mujer que todo lo planifica, tenía el perfil del hombre que podría ganarse de nuevo su corazón. Ya terminando los 30s lo encontró, dicen que se miraban muy felices y las cosas iban bien.  

Pero ¿adivinan qué? El susodicho hombre volvió a romperle el corazón así bien feo y tengo la impresión que allí sí decidió cerrarle la puerta al amor. Es un enigma cuál es el factor del éxito en el amor, es un tema complejo como para analizarlo aquí. Pero sí creo que hay gente maravillosa y buena que por alguna razón está sola.

Claro, yo no le contaba a ella mayores detalles de mis romances, era mi jefa, pero le divertía la versión editada que le compartía. Y un día me dijo que me admiraba porque me recuperaba rápidamente de un corazón roto. No había reparado en eso, yo pensaba que a todos les ocurría igual. Pero no, algunas personas nunca se recuperan, o se tardan muchos años para olvidar un desengaño.

¿Yo? tenía un proceso más o menos rápido y eficaz. Con la ayuda de las amigas y de mí misma iniciaba una terapia intensiva. Escribir, llorar, hablar, escribir, llorar, tequila, cantar, maldecir, reír, volver a llorar y a escribir, un poco más de tequila, muchos apapachos y ¡voilá! Jamás me quedaba atascada con ninguna historia, mis ganas de vivir y avanzar eran más fuertes.

Se dice fácil, pero el proceso era desgastante. Sin embargo, me dejaba más cosas y enseñanzas positivas que negativas. ¿Tiempo estimado para olvidar a alguien? Depende, si fue una romance corto no deberían ser más de dos o tres meses, más un tiempo de soledad. Claro, si fue una relación larga y seria el tiempo será más largo pero no debería extenderse más allá de un año, en mi humilde opinión. La vida es muy corta para quedarse lamentando por alguien que ya no está.

Como cuando uno es pequeño y va corriendo y de pronto se cae de bruces. Claro que uno llora y se enoja y le da miedo volver a correr. Pero es necesario sacudirse el polvo y arreglarse el cabello y seguir corriendo, la vida sigue y uno debe seguir con ella.

Nada de creer cosas como “algún día volverá”, “se va a arrepentir”, “se va a dar cuenta que es a ti a quien quiere”, menos aquellos consejos que proponen una reconquista o hacerle la guerra. Tener amigas sensatas es muy importante, así como ayudar a quien necesite salir de un corazón roto y seguir adelante (el tequila se puede obviar pero usado con moderación y acompañamiento es altamente efectivo).

Lo que mi amiga quería aprender era ese valor de aceptar que si alguien falló no significa que todos fallarán. Y lo más difícil: aceptar que alguien simplemente no nos quiere y no quiere estar con nosotros. Punto.

En los últimos años de trabajo con C. algo cambió en ella. Me contó que tenía un “compañero”, nada formal. Me alegré mucho, para entonces ella ya pasaba los 50 y pico y estaba dándose el chance de dar y recibir amor.

Es muy importante dejar ir, desapegarse del otro y perdonarlo. Y sobre todo, desearle el bien. Deseándole lo peor y odiándolo no se conseguirá más que atascarse más, y esos deseos pueden revertirse hacia uno.

Sé que hablar es fácil, hacer no tanto. Falta ver cómo me iría si me tocara dejar ir al amor tan intenso y monumental que vivo ahora. Mejor ni pensarlo.

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