lunes, 29 de septiembre de 2008

Otro triunfo para Julio



Como un homenaje al triunfo de la película Gasolina del guatemalteco Julio Hernández, al ganar la sección Horizontes Latinos 2008 (mejor película latinoamericana), les dejo con una crónica que escribí para Siglo Veintiuno y se publicó exactamente hace un año , cuando ganó en la sección Cine en Construcción del mismo festival.

Buscando su destino en San Sebastián

Cuando el joven cineasta Julio Hernández decidió forjarse una carrera, también decidió que apuntaría algo. Gracias a su buen trabajo, hizo un importante debut en el prestigioso Festival de San Sebastián.

Jessica Masaya

Moverse es ir del punto A al punto B. Cuando Julio Hernádez en 1992 decidió que quería ser cineasta, empezó un difícil viaje para un artista, sobre todo si es de Centroamérica, lugar donde el cine apenas se mueve debido a lo costoso del viaje. Con su rápida caminata, Hernández le ha dado un buen aventón a dicha cinematografía hasta el Festival de San Sebastián.
Así que embarcados los tres, Hernández, el cine guatemalteco y yo, nos dirigimos al Viejo Mundo. A mí me tocó llegar de madrugada a esta ciudad vasca. Sin haber dormido en toda la noche, un malhumorado taxista me dejó en el imponente Centro Kursaal, sede del Festival, donde me quedé impresionada. El agitado mar Cantábrico fue el único que me vio con la boca abierta bajo la lluvia.

Hermano menor
El certamen Cine en Construcción 12 lleva esa cantidad de años dando aportes a quienes tiene alguna película filmada pero que ya no les alcanza para terminarla. Y sobran los interesados. Tantos que este año los organizadores recibieron 129 de 18 países.
Como suele decirse, y a pesar del cliché es cierto, solo llegar ahí era un premio. Si bien las grandes industrias de otros países compiten por los otros premios, las codiciadas Conchas, el cine de Guatemala logró llegar aquí con una obra en progreso.
Los aportes en juego incluían dinero en efectivo, exhibición en cines y asesoría. En el caso de Gasolina, vendrían a dar por concluida una película que se ha hecho en tiempo récord con la ayuda de muchos. Nadie puede decir que los artistas guatemaltecos no son solidarios, pues muchos donaron su trabajo y talento.

Slepless in San Sebastián
Acostumbrados a que oleadas de personas vengan a San Sebastián cada año, sus habitantes siguen sus vidas sin ponerles mucha atención.
Mientras me moría de frío en una pensión donde nunca se encendió la calefacción (y que costaba Q900 la noche), Julio pasaba las noches en blanco en su hotel cinco estrellas por otras razones. El cine depende de muchos factores, no solamente del talento que a él, por cierto, le sobra.
Sus preocupaciones e incertidumbre lo habían tenido en el avispero desde que se enteró que vendría a este festival hace un par de meses. Pero en especial, las noches previas fueron de un contagioso ataque de nervios, que contraje al entrar a aquella sala de proyecciones.

Cine joven
Si bien muchos países tienen cinematografía desde que nació el séptimo arte, Guatemala ha hecho solo algunos escarceos. En contraste, en ciudades como San Sebastián el cine es como el aire frío que se respira frente al mar.
Al ver tantos artistas, luminarias, productores y largas filas de cinéfilos, me di cuenta lo que la participación de la película Gasolina significa. Por primera vez en 55 años que tiene de existir este festival, su público verá algo filmado en la bella Centroamérica.
Al darme cuenta de esto, del paso tan grande que Julio y el cine de la región dará hacia el punto B, me entró el mismo vértigo que a Julio y empecé a comerme las uñas. Sobre todo al pensar que sería la única paisana en presenciar el prodigio.

Mi país en la pantalla
No podría contabilizar la cantidad de películas que he visto, por medio de las cuales he conocido gentes y lugares remotos. Sin embargo, que una sala de San Sebastián se oscureciera para que luego en pantalla apareciera mi pueblo y se escuchara nuestro acento, me puso los pelos de punta. La proyección de Gasolina fue un momento memorable.
Yo era la única persona en el público que miraba por primera vez la película y que además era guatemalteca. De más está decir que la emoción me embargaba. Luego de verla, me di cuenta de que estaba presenciando un momento importante en la historia de nuestro cine.
Las seis películas en competencia tenían algo que no se ve en Hollywood, una textura diferente que sólo se logra sin una visión comprometida.
Los seis directores de las películas estaban nerviosos, la finalización de sus obras, y quizá hasta la continuación de sus carreras, dependía de este premio. Cuando terminaron las proyecciones, que se llevaron a cabo en dos días, parecían tan ansiosos como para esperar las tres horas y media que les tomaría a los jurados llega a su decisión.
Julio estaba nervioso, pero vi en su mirada la seguridad de quien sabe lo que está haciendo. Con curiosidad, me pidió mi opinión. Como los demás en la sala, pensé que era un proyecto arriesgado, pero precisamente por eso algo que no había visto nunca.

De cuando Guatemala tomó la palabra
Estar en San Sebastián durante su festival de cine es glamoroso. El público se reúne emocionado a ver pasar a las estrellas en la alfombra roja. En medio del frío y el viento, Julio pisó esa alfombra y llegó decidido a enfrentar su destino. El punto B estaba ahí enfrente de él, y se acercó con sencillez.
El salón donde se llevaría a cabo la premiación estaba lleno a reventar. Los fotógrafos y reporteros de medios de todo el mundo tomaban su lugar, el cual, por cierto, debe pelearse a empujones.
Durante la espera, no quise pensar en nada. Trataba de concentrarme en la belleza exagerada de aquel salón del Hotel María Cristina, donde un simple café me había costado más de Q40. Al menos me lo tomé mientras veía conversar muy cerca de Diego Luna con Alfonso Cuarón.
Cuando al fin la ceremonia dio inicio, había un silencio tenso. El jurado del Premio de la Confederación Internacional de Arte y Ensayo, CICAE, Thomas Baumgarther, anunció con alegría que apoyarán la película Gasolina en los mil cines de la AFCAE en Francia y en otros países donde operan. La reacción del público fue de júbilo, mientras que un rincón del salón Julio abrazaba a Pamela, su esposa. Sus primeras palabras al acercarse al micrófono, “estoy más que sorprendido”, sonaron totalmente sinceras. Mis fotografías salieron movidas porque mis manos temblaban de la emoción. Por eso, cuando Teresa Toledo de Casa de América anunció que otorgarán a Gasolina 10 mil euros para su pos producción, las lágrimas se asomaron sin que me diera cuenta.
He aquí un poco de justicia para alguien que ha luchado por su obra sin descanso, pensé. Además, me sentí orgullosa de que fuera mi paisano.

En el ojo del huracán
Cuando la Televisión Española anunció que su aporte estaría dividido entre las películas Acné de Federico Veiroj de Uruguay, Argentina, España y México, y la cinta Sol na neblina de Werner Schuman de Brasil, fue un pequeño descanso entre tantas emociones.
Sin embargo, era el último premio el que se esperaba con más emoción. El Premio Cine en Construcción de la Industria que otorga Estudios Exa, Kodak (división de cine profesional), Mediapro, Molinare Madrid, No Problem Sonido, Technicolor Entertainment Services Spain y Titra Film. Unos gritos ahogados se escucharon en el lado derecho del salón cuando Marichu Corugedose anunció que la película favorecida con este galardón fue Gasolina.
El punto B había sido conquistado, pues la producción de la película hasta la copia en 35 mm subtitulada estaba garantizada. Julio, y el cine guatemalteco, alcanzaron así un punto donde muchas otras puertas se abrirían casi de inmediato.
De pronto, Julio era la estrella de la noche, de ser un visitante pasó a formar parte del exclusivo círculo de ganadores del Festival de San Sebastián. La gente se apresuraba a felicitarlo, a ofrecerle ayuda y consejos. Todos querían estar cerca de él.
Tomarle fotografías y entrevistarlo de pronto se volvió difícil para mí. Mi deber, y por lo que estaba ahí, era reportar de inmediato el importante evento a Guatemala.
Sin embargo, sentí como si una marea de gente alejaba al Julio que he conocido por años, y se lo llevaba lejos. Me alegré por él, pero sentí nostalgia. El tumulto se lo llevó con rumbo desconocido, y al querer buscar el sitio de la celebración, luego de haber mandado la información a Guatemala, lo que encontré fue una calle huraña y desierta. Luego de unos minutos bajo la lluvia y el frío más helado que había sentido jamás, desistí en mi intento de celebrar con Julio su triunfo y me fui a dormir.

Gasolina para rato
Cuando al día siguiente me encontré a Julio contestando los correos que le enviaban para felicitarlo, era el mismo de siempre. Yo siempre exagerando. Se levantó y me abrazó para agradecerme la emoción de la noche anterior. Además, me contó que la celebración no fue tal, pues no había nada abierto a la media noche.
Fuimos a tomar un café a la esquina, mientras tratábamos de calentarnos un poco con el sol que al fin se había atrevido a salir. Julio había dormido luego de días de insomnio y su mirada ya no estaba cansada, estaba feliz.
Me habló entusiasta de cómo todos quieren la película. Lo más seguro es que se estrene en Cannes o en Berlín, y por supuesto que estará presente dentro de un año en San Sebastián, esta vez como una obra terminada.
Me pareció curioso cómo Julio, y el cine guatemalteco, tenían que ir tan lejos para encontrar las llaves correctas para abrir la puerta deseada. Cómo el punto B se trataba de una complicada serie de escalas y arribos. Pero todo valió la pena.
Julio debía reunirse con quienes le darán lo que necesita para hacer realidad su sueño de tener una película para cuando tuviera 32 años. Pero antes, se tomó un tiempo para tomar de la mano a Pamela e ir a conocer San Sebastián como cualquier otro visitante.
Por un ratito, pudo relajarse y disfrutar. Lo que viene, como la mayoría de sueños, trae consigo un montón de trabajo y estrés. Pero así es como lo hacen quienes tienen bien definido a dónde quieren ir.

5 comentarios:

Unknown dijo...

I´m just waiting for the end............

DUE date 31/10/2008

Algunas Luchas dijo...

que buena crónica, que bueno que la subiste al blog, pues yo no la había leido cuando salio.. genial y que dichosota vos que lo acompañaste

Algunas Luchas dijo...

que buena crónica, que bueno que la subiste al blog, pues yo no la había leido cuando salio.. genial y que dichosota vos que lo acompañaste

Anónimo dijo...

Qué bueno que la mara sigue echando punta a pesar los pesares, y que bueno que tu nos traes más de lo poco que conocemos.

Andrea dijo...

A mi lo que me gusta de Julio es esa ausencia de pretención, me encanta el desparpajo de sus audiovisuales y el que no se tome tan en serio a si mismo como cineasta.