viernes, 23 de octubre de 2009

Conductor designado, que no resignado


En alguna época tuve la intención de hacer una campaña a favor de designar a uno del grupo para que no bebiera y luego manejara. Estaba inspirada por una campaña mexicana (en la que conductores designados eran agasajados con comida y bebidas sanas en bares, discotecas y restaurantes), así como por los accidentes de varios de mis amigos. Muchos están vivos para contarlo, con cicatrices y hasta impedimentos físicos, otros se fueron al más allá.

Un día de Halloween me salvé, cuando mi secuaz de esos años (con el que andaba en moto de arriba para abajo) tuvo un accidente. Como cosa muy rara yo no pude llegar a la fiesta porque me dolía el estómago, mientras que Carlitros se fracturó un brazo y algunas costillas. Si hubiera ido con él, atrás y sin casco, quizá no estuviera contando la anécdota. Luego, cuando ya tenía carro, irresponsablemente manejaba a deshoras después de las parrandas (muchas veces yendo a dejar a varias personas a sus casas) y no me pasó nada de pura suerte.

Quien no la tuvo fue mi querido amigo E. E. Cuando lo conocí, ya no bebía porque había tenido problemas con el alcohol y por eso lo había dejado. Un poco mayor que el resto, estaba casado y tenía dos hijas, algo muy remoto para el resto de nosotros, bohemios desatados. Entonces él era como un guía, nos aconsejaba y nos cuidaba. Era vendedor de día y político de noche. Excelente dirigente, con las ideas claras y sin ambición de poder. Lo admiraba por la paciencia que tenía al acompañarnos a maratónicas reuniones de charla y guaro. Junto a Ferquis tomaba gaseosa y nos seguía la corriente. Es triste reconocer que el alcohol está enquistado en nuestra cultura, tanto, que lo vemos como algo natural.

No olvidaré el día que llegué a mi Facultad y encontré a E. E. sentado en nuestro peladero totalmente bolo, y feliz. Había ido a Nicaragua a algún asunto político estudiantil y los nicas lo habían traído de vuelta a Baco. No me alegré, me sentí mal, triste. El autor del único boletín de la Huelga de Dolores sin palabras soeces, se miraba diferente, definitivamente perdía algo estando ebrio. La razón por la que no podía beber era porque le gustaba seguir la parranda por días y días.

Muchos pueden beber (o ingerir alguna otra sustancia) de vez en cuando, sin que eso afecte sus rutinas. Otros desafortunados se pican, se engazan, agarran furia. Para ellos es mejor no empezar porque no saben cuándo van a parar.

La última vez que vimos con vida a E. E. fue en una fiesta alegrísima en La Bodeguita del Centro. El no frecuentaba esos lugares, pero ahí estaba, saludando de mesa en mesa con sus ojos verdes perdidos y cansados. Me alegró verlo, pero extrañaba a mi amigo el sobrio, el que tenía siempre la cabeza en lo importante, que se sentaba conmigo por las tardes a hablar sobre marxismo. No imaginaba que unas horas después estaría muerto por culpa de un accidente.

Dicen que no iba manejando, que iba muy tomado en el asiento de atrás y por el choque salió disparado del carro. La verdad no es muy claro lo que pasó. Nadie sabía quienes eran los que le dieron jalón igual o más ebrios que él, ésos que al ver que estaba muerto lo dejaron abandonado. Fue una gran pérdida, fue horrible ver a sus pequeñas hijas llorando en el funeral. Supongo que a todos nos hizo pensar en lo que estábamos haciendo, en lo irresponsables que éramos. Sin embargo, no faltaron los brindis en su honor.

Esos años turbulentos me dejaron valiosas lecciones y nuevas manías. Ahora cuando salgo a trasnochar ya no manejo. Además, luego de un horrible incidente relacionado con el alcohol y la manejada (que conté en el post del 21 de julio), he convencido a mi media naranja de usar taxi si vamos a beber. Suponto que somos chistosos para los taxistas, pero prefiero que se rían a dejar huérfano a Manuelito.

Lamentablemente, todos los días hay gente conduciendo ebria. Quizá debería retomar mi vieja idea de la campaña del conductor designado, pero no estoy segura qué tanto éxito tendría. La mayoría de personas nos ponemos necias cuando estamos ebrias, además nadie cree tener un problema con la bebida y algunos hasta dicen que manejan mejor con traguitos.

Muchá, si beben no manejen, designen a alguien para hacerlo o, si la fiesta está muy alegre y todos se ponen bolos, regresen en taxi. Por favor.

2 comentarios:

Stanley Herrarte dijo...

quien lo iba a decir...Jessy mamà ha hablado

klavaza dijo...

Más que mamá, sabia...