domingo, 27 de mayo de 2007

Un noche perfecta






El 8 de mayo tuve una parranda conmigo misma. Luego de tomarme unas copas de vino en una exposición de una de aquellas señoras de sociedad que son artistas, llegué a casa y descubrí que no tenía mi discurso para la presentación de mi libro del día siguiente. Entonces decidí que no dormiría hasta escribir el mejor discurso de la historia. Me armé de cerveza y nicotina y puse manos a la mac.
A la mañana siguiente, amanecí con una cruda terrible y el peor discurso de la historia (comparaba mi libro con Macondo, pues las hojas saldrían volando y no sé que otras muladas). Me veía cansada en un día especial, encima tenía que ir a trabajar. Sudando la gota gorda, me encargué de mis asuntos laborales. Luego el pelo no me quedó como quería y una de las comentaristas (Alejandra Flores) no llegó.
Sin embargo, fue una noche memorable. Mucho más tranquila que la primera vez, pero todavía disfrutándolo, improvisé mis palabras. Claro, no fueron las más sesudas pero sí las más sinceras. Me alargué para que el acto no fuera tan corto a causa del ausentismo de Flores. Luego me dediqué a disfrutar con la gente que más quiero.
Prueba de ello son estas fotos que me tomó mi amigo del alma (aunque él tenga sus ideas particulares sobre el tema) Luis Villacinda. A pesar de ser principiante, demuestra que la foto podría ser una segunda carrera, alternativa a su consagración como diseñador.
Que las imágenes hablen por mí.

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