lunes, 8 de octubre de 2018

(Foto de la obra Girl with balloon del genial Bansksy)

Pesadilla moderna: perder los archivos digitales de tu obra

Es difícil imaginar cómo era el oficio del escritor antes de las computadoras, antes de las máquinas de escribir, antes de los bolígrafos.

¿Se imaginan cómo era? escribir usando tinta y pluma y si era de noche usando la luz de las velas. Para corregir había que volver a escribir todo, o buena parte del texto. Ya en la época de máquinas de escribir, de todas maneras había que volver a teclear la nueva versión luego de corregir.

Ahora tenemos tantas herramientas para hacernos más fácil la tarea de escribir pero tiene sus tragedias. Tenemos todo a un click pero también todo es virtual, está pero no está en nuestras manos.

Con las computadoras, tenemos la opción de borrar, sustituir, cortar y pegar trozos de texto en donde queramos. Claro, sigue siendo un trabajo minucioso que lleva muchas horas de trabajo.

Quizá nos acomodamos demasiado y dependemos de la tecnología al 100% y ese es un error, créanme. Estoy en una crisis. La novela que tengo años de estar escribiendo ya había agarrado forma, al fin estaba cuajando. Pero por descuido, solo estaba en mi computadora que tuvo un fallo general hace unos días.

Todavía hay esperanzas, dicen que algo se podrá recuperar, pero el terror se apodera de mi. ¿Perder lo que he escrito con tanto esfuerzo? Es difícil resignarse.

Aprovecho para aconsejarles que nunca son suficientes los backups para no quedarse sin nada. Viendo las cosas en perspectiva, aconsejo tener tres: una copia en la nube, otro en un disco duro externo y otro en un cd o memoria USB. Incluso, si se trata de algo realmente valioso, hasta aconsejaría que se imprima en papel.

Tomen en cuenta que el acceso a la nube puede terminar, sobre todo si el servicio es pagado, el disco duro externo puede dejar de funcionar solo porque sí (me pasó también) y los CDs y USB se pierden con facilidad. El papel, claro está, también es perecedero.

Pero si estamos protegidos, alguno de estos soportes sobrevivirá y lo que hemos escrito seguirá con nosotros. Quienes escriben saben que volver a dejar las frases exactas como estaban no se puede. En todo caso, si volvemos a empezar será una obra diferente.

¿Qué leeremos para celebrar el Día del Libro?

El 23 de abril se celebra el día internacional del libro desde 1926. Se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes, William Shakespeare y Garcilaso de la Vega. ¿Qué significa esto en nuestros días?

Haciendo una encuesta a la gente que me rodea, personas trabajadoras y estresadas en su mayoría, veo que nadie o casi nadie está leyendo un libro en la actualidad. Muchos desearían tener el tiempo y los recursos para hacerlo, pero muchos otros ni siquiera lo han considerado.

Supongo que antes sin libros no se podía vivir. Se leía para enterarse de la historia y de la actualidad en el mundo, para aprender, para sublimar los sentimientos, para entretenerse y para incrementar la espiritualidad. El conocimiento humano estaba en libros, no había otra manera de acceder a él.

No creo que hoy la gente sea precisamente más ignorante por no andar con un libro bajo el brazo. Hoy toda esa información, creación y entretenimiento se puede encontrar en otros soportes que son más accesibles y, por qué no decirlo, más de moda.

Así como no podemos juzgar a los antiguos a partir de nuestras creencias y convicciones actuales, tampoco podemos creer que la gente de hoy está mal por no leer como se hacía antes. Son diferentes, viven en otras circunstancias y se interesan por otras cosas.

En todo caso, hay que comprender cómo son las sociedades hoy en medio de tanta tecnología. La información está a un click, el entretenimiento es interactivo y llamativo, el arte se encuentra en muchas nuevas manifestaciones. Para aprender no son necesarios solamente libros, novedosos medios audiovisuales son aprovechados para captar la atención de los inquietos estudiantes de hoy.

Pero aún en este panorama hay gente que lee todavía, prueba de ello es que las librerías no han desaparecido y las ferias del libro suelen llenarse, incluso en Guatemala. Esto es bueno y lo celebro. 

Sin embargo, hay que ver qué libros se compran. Tengo la impresión que muchos celebraron el día del libro leyendo biografías de narcos, novelas rosa o de porno “soft”, consejos para tomarse selfies o adelgazar o un manual para hacerse rico. Tristemente, esos son los libros que más llaman la atención. En el afán de promover la lectura, sea cual sea, el mercadeo ha bajado la calidad de los textos para que leer no sea “aburrido”.

En mi encuesta pude ver que muy pocos se interesan por los clásicos de la literatura, conocen a Shakeaspeare por alguna película y a Cervantes lo tuvieron que leer en el colegio o universidad. De Garcilaso no les suena ni una campana.

Opino que la literatura no desaparecerá porque es una necesidad humana, pero no es el libro comercial precisamente el vehículo para darla a conocer. Le toca a los escritores encontrar nuevos caminos en este mundo moderno.

¿Deberíamos recomendar libros?

Hace años, a inicios del siglo, me recomendaron un libro de una escritora estadounidense que decían era la “Bret Easton Ellis del género femenino”. Me entusiasmó la idea porque el autor de Less than zero es toda una inspiración para mi. Procedí a comprar el título recomendado, Prozac nation de Elizabeth Wurtzel, corrí a casa a empezar a leerlo con la ilusión de encerrarme por el fin de semana hasta terminarlo.

Eso no ocurrió. Nunca hice click con el libro, no podía avanzar y todas las situaciones me parecían banales y hasta desesperantes. Es un texto autobiográfico y creo que la falta de enamoramiento fue porque no tiene el poder narrativo del Easton Ellis, cosa muy importante para mi. En cambio, es un libro confesional y para mi lleno de lamentos. No vi el parecido por ningún lado. Expectativa versus realidad. Quizá si no hubiera tenido semejante recomendación hubiera tenido una mejor experiencia.

En cambio, lamenté haber gastado en el libro. Unos 10 años después me topé con la película que hicieron basándose en él y al verla otra vez sentí el mismo rechazo. Me pareció increíble cómo hay historias que apasionan a unos y repelen a otros, porque tanto el libro como la película de Prozac nation tienen sus seguidores.

Siempre veo que las personas piden, incluso en las redes sociales, que les recomienden qué leer. Y allí van las muchas recomendaciones de todo tipo y yo me quedo pensando ¿realmente le son útiles esa variada selección de títulos y temas al lector desorientado?

Leer no es solamente una inversión de dinero, también hay tiempo y sentimientos involucrados. Deberíamos enfocarnos en aquellos más ad hoc para cada uno.

Opino que la solicitud de sugerencias debe ir dirigida a personas que tengan los mismos gustos o inclinaciones que nosotros. Si no, podríamos sugerir un título clásico a alguien que anda buscando un libro de “moda”, por ejemplo

Quizá lo más recomendable es preguntarle al interesado en nuestra opinión ¿qué busca en las páginas de un libro? Así podemos decidir si estamos en la posición de recomendarle algo porque, eso sí, cuando se recomienda un libro es mandatorio haberlo leído de pe a pa. Si estamos de lado de quien pide recomendaciones, es bueno leer reseñas de críticos profesionales para hacernos una idea más amplia y así tomar una mejor decisión.

Leer debe ser una experiencia sublime, fuera de este mundo, transformadora, por eso es tan importante buscar el libro perfecto.

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