Siempre he tenido problemas por las cosas que escribo. Se remontan al colegio, cuando en clase de macanografía en lugar de hacer los ‘ejercicios’ me ponía escribir mi periódiquito, que se llamaba, ya no me acuerdo por qué, URNG (creo que ni sabía con qué se comía eso).
Los hacía circular con mi particular punto de vista sobre diversos temas, más con la gana de ir en contra de los que están a favor y en favor de los que están en contra. Recibía aplausos, pero también reclamos en el baño con amenazas y todo.
Y es que me pinto para escribir, pero no para hablar. Puedo ser una víbora por escrito, pero en persona soy blanda. Lo confieso. Le hablo con amabilidad hasta a mi rival más acérrimo. ¿Por qué? No sé, quizá, sin querer, así como cuando escribo ficción también cuando escribo textos de opinión me estoy poniendo el disfraz de algún personaje. Juego a ser ácida, ruda, satírica, descreída, mala, incrédula, en una palabra, una hija de la gran puta.
Pero en persona es otra historia.
Ahora me andan persiguiendo de la Teletón y los fans de Ricardo Arjona y Laura Bozo. Me odian. No sé qué decirles. Por supuesto que pienso tal y como lo escribí, pero es bastante difícil decir en la cara esas cosas.
Ya sé, me tildarán de ignorante y de mala guatemalteca. De no tener corazón y de ser mala persona. Un señor me escribió para decirme que no tenía buenos sentimientos, solo porque había hablado mal de su adorada Laura.
Aquí es donde me doy cuenta que esto no es un juego. La literatura no tengo que explicársela a nadie, ni a mi misma. Las columnas de opinión son otra cosa.
Me veo perseguida con antorchas y tridentes por los niños y padres de :Teletón y los seguidores de Arjona y Laura. Qué meyo.
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