viernes, 2 de julio de 2010
El arte de amar
Antes quería ser casamentera. Pensaba yo que en este mundo, donde hay tanta gente que sufre por estar sola, sería bueno dedicarse a engancharlos con sus medias naranjas.
Lo intenté en el colegio, con resultados desastrosos. No solamente me convertí en una especie de correo, sino que para las parejas que les fue mal yo era la culpable de todo.
Por experiencia, propia y ajena, ahora me doy cuenta que es mala idea conectar a la gente. Es como recomendar a alguien en un chance, si no cumple, si se porta mal, si no le pagan, si lo explotan, uno termina sintiéndose un poco culpable.
Estar solo está bien si es lo que uno desea. Pero para quienes habían soñado con compartir su vida con su alma gemela, si ésta no aparece por ningún lado puede que sufran mucho. Era un misterio para mí cómo algunas amigas (lindas, inteligentes, exitosas y sensibles) pueden estar solas a pesar de morirse de ganas de casarse.
Ya antes lo sospechaba, pero al hacer un artículo sobre el tema los expertos me confirmaron que nadie nos educa en el arte de amar. Por eso cuentos de hadas, películas, telenovelas y canciones nos dan pautas bastante equivocadas.
Con suerte, a prueba y error aprendemos a vivir en pareja. Con la madurez y la experiencia, nos vamos dando cuenta qué es lo que realmente importa a la hora de amar. En lo personal, me alegro mucho de haber fallado una y otra vez, pues así aprendí muchas cosas y al final pude encontrar el verdadero amor (diría Fiona).
Ahora muchos me consultan por sus males de amores. De casamentera a consejera de parejas, sin tener ningún título en el ramo. Esto es complicado y delicado, pues como dice el dicho, entre casados y hermanos no hay que meter las manos, o algo así.
Uno de mis amigos más queridos tuvo un problema en una red social porque la gente se metió en un asunto bastante personal con consecuencias muy tristes.
Otra cosa que no nos enseñan es el tacto, no el que nos sirve para tocar, sino ese sentido común que no nos deja meter las patotas a la hora de hablar o actuar. Entre amigos muchas veces se dicen las más feas groserías porque “hay confianza”. Pero hay momentos en los que hay que pensar bien en lo que se dice para no herir a nadie. Lo que para otros es una broma, puede ser una daga para quien está pasando un duro momento.
Por experiencia propia, sé que es difícil manejar situaciones donde hay niños de por medio, donde una familia vive un drama mientras una nueva pareja trata de salir adelante. He vivido en carne propia la forma en que se forman bandos, cómo alguien puede ser la bruja malvada y otra la "víctima". Esto es ya bastante complicado como para lidiar con las opiniones de otras personas.
Veo que esta historia se repite, aunque con significativas diferencias, en otras personas. Las decisiones que tomamos son nuestra responsabilidad. A veces uno sabe que habrá dolor si uno toma determinado camino, pero también sabe que solo ese camino se puede tomar.
Es por eso que es mejor no inmiscuirse, no opinar, no tomar bandos y, claro, no bromear con el drama de otros. Quizá la posición más sabia es tomar distancia y ofrecer buena vibra. Hay cosas que solo los involucrados pueden resolver. Simplemente deseémosles lo mejor.
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5 comentarios:
Jessi, ¿qué haría sin tus consejos? y sin tenerte como una fiel confidente ante mis conflictos sentimentales. Tenés razón, no hay que meterse en relaciones ajenas, pero siempre es bueno tener a alguien que nos escuche, y tu sos la mejor en eso. Un abrazo. Carla
Das buenos consejos amiga, pero tus palabras "tomar distancia y ofrecer buena vibra" son sabias.
...me recuerda un cuento de un librito. ¿o entonces no es un cuento?
Buenos consejos Jessi y brindo porque el amor siga fluyendo :)
Buenos consejos Jessi y brindo porque el amor siga fluyendo :)
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