martes, 4 de mayo de 2010
Si quieres ser madre
Ahora todo es sobre las mamás aquí, las mamás allá, claro, con fines consumistas (hoy vi un anuncio de ¡botes de basura! para mamá, si me regalaran uno haría una rabieta...) Pero ¿por qué todo tiene que ser tan cursi? ¿Por qué dan por hecho que todas las mamás somos como Tuti Furlán? (que es simpática y buena en lo que hace pero empalaga con su rollo de mamá).
Este post es para mis amigas solteras, treintonas en su mayoría, que me han dicho que quieren tener un hijo. Quiero que mi humilde opinión contraste con todas esas otras que les pintan un paraíso lleno de arcoiris y olor a flores frescas.
Definitivamente, algo cambia en uno cuando se es mamá, uno tiene los sentimientos a flor de piel. Debe ser algo hormonal, algo que le asegura a la naturaleza que la mujer no será indiferente ante los llantos de la cría hambrienta. Pero hay que controlarse un poco, por favor.
A diferencia de épocas pasadas, nadie nos obliga a tener hijos. Es más, no tenerlos se está volviendo una tendencia cada vez más aceptada. Para tomar tal decisión, traer a un hijo al mundo, hay que tener mucha información por adelantado, creo que eso puede ayudar.
Yo no tenía idea a lo que me metía. Mi caso era difícil porque además de ser una persona poco hogareña, adoraba la soledad, ésa que sirve para escribir, para leer, para llorar, para ver las estrellas, para rascarse el ombligo.
Opino que la vida se trata de una etapa tras otra. Cada una hay que vivirla, disfrutarla, agotarla y seguir adelante. Muchos llegan a los 30 y no tienen idea de qué se trata la siguiente etapa. ¿Casarse, tener hijos, enganchar casa propia, viajar, sacar maestrías, tener independencia económica poniendo un negocio, abrazar una causa, unirse a un culto?
Para quienes deciden que lo lógico es reproducirse, casadas o no, puede ser un aterrizaje forzoso en la realidad y, a veces, catastrófico. Y no hablo del aumento de peso, las estrías y los pechos caídos (pura vanidad), hablo de un cambio drástico en tu vida.
Yo no era precisamente una persona responsable ni organizada. Al terminar la universidad, después de las obligaciones laborales era ¡libre! Ese tiempo propio es el tesoro invaluable de una mujer profesional y soltera. Puede tomar clases de salsa o mécanica, puede ir a degustar vinos o pasteles, puede ir al cine con las chicas o a ver un partido con los amigotes, puede ir a las tiendas a comprar su nuevo sexy outfit ó a una conferencia sobre el calentamiento global. O simplemente, sentarse en un parque a ver pasar a la gente (por ejemplo a despeinadas madres que corren tras sus traviesos hijos) o ir a pasar una velada romántica y tranquila con su hombre.
Muchas, yo no tanto, invierten una importante cantidad de tiempo y dinero acicalarse en salones y otros lugares para ese fin. No les miento cuando les digo que hay mujeres que nunca se cortan las uñas ellas mismas, y no pueden vivir tranquilas si el vello púbico está más crecido de medio centímetro. Otras son clientas habituales de salones de belleza donde las cepillan o planchan dos o tres veces por semana.
Las menos vanidosas y más intelectuales, también invierten su dinero y su tiempo en placeres envidiables, viajes, restaurantes, obras de arte, libros, conciertos, teatro.
Su vida es cómoda, ganan para ellas mismas, tienen comodidades y libertad.
Pueden hacer planes de un minuto para otro, gastar en algo inesperado pero que siempre han deseado. No le piden permiso a nadie, son el orgullo del género.
¿Por qué tan dichosa criatura desearía “sentar cabeza”? Yo culpo al reloj biológico y a la publicidad (y a Tuti Furlán). De pronto se emocionan cada vez que están cerca de una mujer embarazada o ven un anuncio de Huggies en la tele. Y es que el tic tac es coreado por los medios de comunicación y nuestra cultura tradicional que piensa que hay algo malo en una mujer que no desea un hogar e hijos.
Muchas de ellas deberían desoír esos cantos de sirena y tomarse las cosas con calma. Un hijo no es la cereza en el pastel de una vida perfecta, por el contrario, puede poner de cabeza ese mundo que tanto les costó.
Haber tenido una o cincuenta mascotas no cuenta como experiencia previa para ser madre, para nada. Sobre todo los dueños de gatos, como yo, que son tan independientes y egocéntricos. Supongo que aquellos amos de perros que van al doctor cada 6 meses y al grooming cada fin de semana tal vez tienen más experiencia en eso de cuidar a otro ser vivo, pero no se puede comparar. Jamás.
Las candidatas a mamá tal vez deberían pedir que les den uno de esos muñecos que tratan de desmoralizar a las adolescentes de meter las patas, pero tampoco sería suficiente. Mejor sería tal vez visitar a una amiga o familiar que acaba de tener un bebé, quedarse unos cuantos días. Estar allí en los desvelos de la madre y los vómitos, cólicos y fiebres del niño, ayudar a sacarle el aire. Pero aún esto no se compara porque esos fluidos, gases y llantos vendrán de alguien que no es carne de su carne, pero al menos se asomará un poco al prodigio de estar al servicio de un tirano en miniatura que babea todo el tiempo, pero que al reír hace llorar de emoción a la ojerosa mamá.
El factor asco también es importante. Si alguien no soporta ver de cerca la diarrea acuosa y los vómitos en chorro, debe pensarlo bien. Además hay que perderle el miedo a procedimientos nunca antes considerados, como poner supositorios o sacar un pedazo de alimento de la garganta de un niño que se ahoga.
De pronto, todo debe ser funcional y seguro para el pequeño. El carro debe tener un asiento especial y en la casa hay que desaparecer cualquier cosa que pueda parecer peligrosa, así como todo lo que pueda ser alcanzado y destrozado (que puede ser tu posesión más preciada y valiosa). Además todos enseres deben ser de colores oscuros y de fácil limpieza. Tu adorado apartamento de soltera se transforma completamente.
Otra mala noticia: no más tiempo libre. Una mamá no descansa, aunque tenga a una au pair a su disposición (aunque lo más común es que esté sola), su mente estará alerta siempre, aún dormida. Además, los niños no saben de estrés ni de horas inhábiles ni de fines de semana largos. Levantarse tarde se vuelve un recuerdo lejano, así como tirarse en el sofá por horas a leer o a no hacer nada. Aunque uno regrese a casa arrastrándose del cansancio, el pequeño brincará de felicidad porque mami viene a jugar con él. Punto.
Si hay suerte y una pareja (o mamá) comprensiva, podrá salir con amigas o ir al salón o al gimnasio, pero estará siempre con la sensación de que algo se le ha olvidado, que no le darán bien la medicina al niño, que no le sacarán bien los gases y entonces llorará en la noche, desvelándola … así que no estará tranquila.
Si no hay quien cuide a la criatura, simplemente no podrá salir. Punto. (No faltan las que andan llevando a sus hijos a todos lados y a deshoras de la noche a pasar penas, pero eso no es para nada aconsejable).
Y qué decir de los lugares no aptos para bebés o niños en general. Adiós a restaurantes sofisticados, cafés literarios, galerías de arte y más lugares exclusivos para adultos. No es raro que si uno se aparece en esos lugares con hijo y pañalera al hombro, lo vean a una como maleducada troglodita, y si el niño vomita o hace berrinche, las miradas de reproche no faltarán.
Entonces las salidas se vuelven hazañas para encontrar lugares donde estén contentos los niños, aunque los padres tengan que compadecerse unos a otros por el ruido, las cancioncitas y la mala comida.
Algo que no deja de sorprenderme nunca es cómo los niños pueden cambiar los planes de los adultos en un segundo, con un berrinche, con 39 grados de fiebre, con una diarrea imparable o vómitos a repetición. Las reservaciones, vuelos, comidas y fiestas planificadas deberán ser pospuestos hasta nueva orden.
Y hablo solamente de los primeros años. Luego vienen muchos otros retos nuevos, uno tras otro. A mí todo esto me llena de ansiedad, de miedo, me hace pensar en lo peligroso y feo que es el mundo, en lo poco que puedo hacer para cambiarlo. Me hace cuestionarme todo el tiempo si lo estoy haciendo bien, o si estoy metiendo la pata.
Este viaje que parece insoportable es, irónicamente, un recorrido asombroso por el mundo real. De alguna manera una noche en vela procurando que un niño no se deshidrate y le baje la fiebre te hace ver las cosas desde otra perspectiva. Quienes buscan este nuevo matiz de la vida, que quieren dejar egos y egoísmos afuera de su existencia, lo encontrarán maravilloso. A muchos les sienta muy bien ser padre o madre, les realza su potencial humano, a otros, esto puede volverlos locos.
Pasan los años y uno va disfrutando la vida por medio de ojos nuevos y limpios. Aun con las uñas desastrosas (carcomidas en mi caso), el pelo sin cepillar, sin depilación con cera y con unas buenas libras de más, hay una satisfacción muy íntima al acompañar a una personita en su desarrollo. Una satisfacción, un orgullo.
Y así, procurando que coma bien, que haga sus tareas, que no se resfríe y vaya a todas las piñatas a las que lo inviten, pasarán los años sin que te des cuenta. Entonces estaremos listas para la siguiente estación: los 40 (pero sin canción de Ricardo Ajona ¡por favor!).
Feliz día de la madre en potencia, si te atreves…
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11 comentarios:
uy, ya no quiero ser mamá.
Excelente como siempre Jessica. Ojalá publicaran notas asi en los periódicos.
Que buen artículo, pero que bueno verdaderamente resumen la vida de una madre, y eso que tu hijo no ha llegado a la adolescencia.
Interesante! Muy ilustrativo.
Creo que aplicaría tambien a los papás,las diferencias claras estan, pero con todo lo demás, digo, en estos tiempos modernos.
Jessy...qué genial tu entrada y lo mejor es que me lo dedicaste, estoy en el grupo de 30 y sin hijos. Gracias por compartir tus experiencias, tan cansadas, pero con grandes recompensas :) Me hiciste pensar en mi pobre madre, lo que ha pasado conmigo, pero aun así nos amamos.
k mal k mal k esto no sea de libre pensamiento solo a favor del autor. por lo k tanto pelean y empezando con que ustedes no lo cumplen, eliminaron mi opinion no es justo y deplano k este tambien, pero escribire en otro lugar donde si sea libre la opinion del lector hablando de este blog.
Amigos, gracias por sus comentarios. Los que me han leído y me conocen desde antes saben a qué me refiero.
Debo aclarar que para la madre más joven, no profesional, la situación es diferente. Saludos!!!
Stefany: apoyo la libre emisión del pensamiento. Eres bienvenida a opinar toda vez no ofendas a nadie. Además, no me gustan los anónimos, así que por favor identifícate plenamente para poder hablar más a gusto. Como tu perfil de blogger no está disponible, por favor indica tu nombre completo y un correo electrónico. Saludos!!!
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