Defender los derechos de la mujer, de palabra obra y omisión, no es fácil. Porque hablar es sencillo, actuar no tanto. Es por eso que se aplaude las iniciativas de mujeres inquietas por hacer conciencia de la importancia de este tema, como las chicas de Naik Madera que andan haciendo bulla (literalmente) donde las dejan.
Aunque somos casi tantas como los hombres (7 millones vrs. 6.6), las mujeres somos minoría en la mayoría de campos. La música es uno de ellos. Aunque cantantes hay bastantes, músicas (quiero decir el equivalente femenino de músico) no tanto, o por lo menos no las conocemos.
Por eso me molesta que las pocas que hacen el intento de llenar ese vacío, no aprovechen la oportunidad. Me dio pena ajena ver a Naik Madera en concierto. No me malinterpreten, aplaudo el esfuerzo de hacer un festival de mujeres artistas. Es un inicio. Me contaron que la mayoría de actividades estuvieron muy bien (no pude asistir debido al trabajo y otros compromisos), en su mayoría con participación bastante joven.
Hace rato que quería ver tocar a Naik Madera, en vista de que ellas mismas se promueven tanto. Siempre pasaba algo y me perdía los conciertos. Por último, pude oír alguito en MySpace, pero para ser sincera no me sorprendieron, quizá era mucha la expectativa.
El sábado del festival Ixchel llegué al Paraninfo a la hora anunciada y ya estaban cantando, según me dijeron ya llevaban unas cuantas canciones. Se miraban cansadas y como incómodas en ese escenario pelado, tanto que las puertas que están atrás estaban visibles. Cero presupuesto para escenografía ni tramoya.
Pero eso es lo de menos. Cuando hay talento, un artista se planta sin nada y domina la escena. Pero este no era el caso. Para empeorar, una chica se subía a hacer algo, creo que era una especie de performance, pero no se entendía. Supongo que no era una artista profesional. Las integrantes del grupo lucían desarregladas y hasta desencajadas. Respeto a quienes creen que la mujer no debe arreglarse pero, por favor, se supone que son artistas que se desenvuelven en el escenario, deberían poner un poco de empeño. De ahí las críticas de que las feministas no nos arreglamos.
Todo lo anterior puede fallar, pero la música no, pues es lo que convoca al público. Sin ánimo de creerme crítico musical, quiero decir lo que me pareció como simple mortal. El sonido era fatal. Sonaban como si estuvieran ensayando, la batería escandalosa era lo que predominaba, las guitarras apenas se oían, las percusiones eran inexistentes. No se entendía cuando hablaban, mucho menos cuando cantaban. A mi parecer, todas las “canciones” sonaban igual. Ese ritmo entre reggae y banda de escuela, monótono y nada atractivo, parecía adormecer en lugar de emocionar a la audiencia, que se veía igual de cansada que ellas.
La voz de la cantante es linda, pero mal amplificada no sobresale. Además, la chica canta como para sí, no hay contacto visual con el público ni se mueve con seguridad. En general se ven chiviadas, parecen aficionadas. Da la impresión que son activistas que hacen el intento de hacer música para dar sus mensajes, no artistas profesionales.
Para ser un evento patrocinado por UNIFEM (el equivalente a la UNICEF en el tema de la mujer) y otras organizaciones, debieron ponerle más atención a todos los detalles.
El concepto sonaba tan genial, pero en la práctica me han decepcionado.
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2 comentarios:
Esa es la JM que yo conozco!!! me llegan tus coments!
Este tipo de comentarios son los que ayudan a pulir los eventos.
Muchos festivales que ahora andan por su décima edición empezaron así. Espero que haya un segundo, con mayor participación y apoyo de otras entidades.
Welcome back Jess...
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