Debo escribir esto, me sirve de desahogo. Todavía no estoy muy segura cómo pasó, todo pasó rápido, es como una pesadilla. Va a sonar a uno de esos correos electrónicos que le mandan a uno, pero ni modo.
Fui a Telgua a hacer un trámite (al fin me despido de las tarjetas pre pago). Terminé a las 6 en punto de la tarde, pero tenía que esperar a Ranferí unos 40 minutos para ir a casa.
No andaba en carro porque con tal de adelantar en el trabajo, me propuse entrar a las 7 menos 15. El problema es que el parqueo lo abren a las 8 y 10 más o menos. Así que me vienen a dejar y a traer.
Con una gran tos, no soportaba el aire acondicionado de Telgua. Así que pensé dos posibilidades: ir a Campero a tomar un café, o irme a casa. Parada en la séptima avenida, decidí irme a mi casa a tomarme un chocolate caliente.
Había tráfico, el primer taxi que pasó enfrente paró. El hombre, lo único que recuerdo es que era moreno, me dijo que me llevaba por Q30 sin preguntarme más detalles de la dirección a dónde iba. Ya adentro, en el asiento del copiloto, traté de darle indicaciones de dónde quedaba mi casa, pero sentí que no me ponía atención. Recuerdo perfectamente que le dije que se fuera por la 11 avenida.
Cada vez que me subo a un taxi, no le pongo seguro a la puerta, es una manía que siempre he tenido “por si las moscas”. Otra medida para sentirme más segura es conversar con ellos, leí por ahí que es bueno verlos a los ojos. Sin embargo, con éste no tuve que hacerlo porque él me platicaba a mí. Mientras se iba por la 7ma avenida, algo despacio, me empezó a contar lo mal que le iba en el negocio, que solo pérdidas tenía. Yo le dije que quizá habían muchos taxis, pero él me contesto que se debía más a la mala fama que le han dado algunos taxistas “malucos”.
Como eran vidrios eléctricos, cerró el de mi lado sin que yo se lo pidiera. Por un momento pensé que era un gesto amable porque yo tenía tos.
Empecé a sentir una sensación extraña. No desagradable al principio, sino como cuando uno se ha tomado los tragos y se relaja. Los brazos me pesaban, también los párpados. Recuerdo que le dije “por favor váyase por la 11 avenida”, pero él me contestó que él sabía por dónde se metía para evitar los semáforos. Ya no reconocía por dónde íbamos, y empecé a sentir que me desmayaba, que me dormía. Seguí hablando para mantenerme despierta. Balbuceé que debía haber esperado a mi esposo porque él me iba ir a recoger, pero mis palabras salían como cuando uno está extremadamente borracho.
Cada vez que parpadeaba, sentía que me iba a dormir. En un segundo, tomé la decisión. Llegamos a un tope, luego me di cuenta que era un callejón, y él cruzo. Entonces abrí la puerta y me tiré a la calle. Como si fuera un doble de Hollywood, me levante de inmediato, empecé a correr y a pedir auxilio a unas personas que estaban en la esquina, que resultaron ser niños. El taxista huyó rápidamente con la puerta abierta.
Cuando llegué a donde estaban jugando pelota, me quedé como inmóvil. Ellos me miraban y me preguntaban cosas, pero yo estaba como atontada. Tanto, que no me había dado cuenta que tenía un pie fuera del zapato. Medio les explicaba que me habían drogado, pero ellos no sabían qué decir. Lo único que se me ocurrió fue llamar a Ranferí, mi idea era que si me desmayaba, él supiera dónde estaba. Ahora pienso que debí llamar también a los bomberos, a mis amigos que viven cerca, a los compañeros de trabajo y a tantas otras personas.
No sé cuánto tiempo estuve ahí llorando, me dieron un vaso de agua y me senté en la banqueta. Ranferí me llamaba pero me decía que había mucho tráfico. El pobre estaba angustiado, yo solo lloraba.
Un señor que estaba parqueado ahí trató de conseguirme un taxi de confianza, pero todos estaban ocupados. La noche estaba cayendo, la gente me miraba desde sus ventanas, yo hubiera querido que me dejaran entrar para esperar, pero nadie se ofreció y lo entiendo por el tiempo que estamos viviendo.
Al final, una mujer joven se ofreció llevarme a mi casa en su carro, el cual guardaba a una cuadra de su casa, encima tuvo que caminar para ir a traerlo. Me parece que alguien me llevó a ese parqueo, pero no estoy segura. Luego de darle las gracias cientos de veces, llegué a mi casa donde seguí llorando, sobre todo cuando llegó Ranferí. Solo ahí descubrí que tenía golpes y raspones, los cuales me dolieron hasta el día siguiente.
La idea de que estuve muy cerca de que me llevaran con rumbo desconocido me daba como vértigo. Solo pensar que la vi cerca me hacía llorar y llorar.
El médico que me vio en el hospital, un par de horas después, no podía creer que me había tirado de un carro y que no tuviera algo roto.
Si bien hay cosas que recuerdo como confusas, estoy segura que la motivación de volver a ver a mi hijo me dio el valor de lanzarme del carro. No quiero ni pensar qué hubiera pensado si no lo hubiera hecho.
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19 comentarios:
Toxicología? No te descubrieron que te hecharon, o a qué hora? Lo siento mucho amiga.
Jessica, que bueno que estas bien amiga valiente, lo que te sucedio es terrible, a veces pensamos que no nos sucedera y andamos demasiado confiadas, es importante que lo hayas compartido.
Te quiero un montón!!!
Supongo que en este país, las mujeres desarrollamos el instinto de tomar medidas así de drásticas para cuidarnos.
Qué bueno que no pasó a más, amiga!
Te mando un apapacho bien fuerte.
Me impactó tu testimonio, es horrible verse en una situación en la que uno comprueba que pierde la voluntad. Me alegra que no haya pasado a más. El hecho de que no te preguntara a dónde ibas, ya era de por sí motivo de sospecha. Pero, como dicen, para sabios Salomón. Qué bueno verte de vuelta.
Jessi...gracias a Dios estas bien. No tengo más que decir porque me siento impotente por este tipo de situaciones. Me alegra verte...
Jessica, lamentó mucho lo que le sucedió. Es tan difícil vivir aquí, sintiendo que a cada rato puede pasa (y pasa) algo malo. Coincido totalmente en que fue pensar en su hijito lo que la hizo salir del carro. Que esté bien y la tranquilidad regrese.
Espero que ese HIJO DE CIEN MIL PUTAS se pudra en el infierno!
Que bueno es saber que estas bien amiga. saludos!
Me alegro muchísimo que estás de regreso y que te veas bien.
hola! me alegra mucho que no te haya pasado nada nadita nadititita :P un gran abrazo!
Fuck, que historión. Novelesco. Malditos la verdad, son unos Malditos.
Que bueno que estés bien. Apapasho de mi parte para el susto. Y a la prox, llámenos amiga, usted sabe que puede contar con uno siempre.
Besos para vos...
Me ericé y se me llenaron los ojos de lágrimas de pensar en tu angustia pensando en tu hijo... no hay derecho, no es justo! Lo lamento mucho, pero me siento feliz de que estés sana y que seas tan valiente Jessica...SOS VALIENTE! Un abrazo fuerte fuerte fuerte!!!!
cuánto agradezco q sigás entre nosotros, con algunos raspones, pero entre nosotros. Un abrazote.
La cabeza me empieza a decir por qué no hice esto, por qué no hice aquello, pero lo importante es que estás bien, te felicito y te admiro por tu valentía. Sos una persona muy muy muy valiosa, te quiero!
Jessica,
Lamento que pasaras por una situaciòn tan angustiante. Aun cuando hace mucho, muchìsimo tiempo no nos comunicamos, recuerdo mucho a mi compañera de la U.
Un abrazo fuerte,
Lamento mucho lo sucedido, da colera como cada dia hay mas violencia en nuestro pais.
amiga mia,lamento tanto lo que te paso pq la verdad sos tan cuidosa y pues me pone los pelos de punta pq yo usa tanto taxi que ya me hubiera comprado un carro, y pues gracias a Dios que preservo tu vida y te dio las fuerzas para salir de alli, Lo mejor es que estas bien, te quiero mucho, claudia
Que desagradable situación la que te viste envuelta. Espero que ya te hayás recuperado y con ánimos para seguir. Encontré tu blog navegando a través de otros blogs. Es triste saber que nuestro país esta inundado de individuos que solo quieren arruinar la vida de otras personas. Lo que mas detesto es que los medios de comunicación se hacen millonarios publicando todas las barbaridades que ocurren en nuestro país, solo falta que luego y hagan nominaciones a las mejores barbaridares de esta república.
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