martes, 10 de abril de 2007

¿Por que se escriben libros?




Me acaban de entregar mi segundo libro. Se llama El Club de los aburridos. Vaya título, ¿no? el editor me llamó para decirme que ya estaba listo, así que impaciente fui a la editorial como quien dice a recoger a mi tercer vástago (tengo un libro anterior y un bebé de un año, se llama Manuel). No fue como en las dos ocasiones anteriores.
Es más bien pequeño, no mucho me gusta el diseño de la portada, omitieron mi dedicatoria y el comentario de la solapa me parece que no le hace justicia a mi pequeño y lindo libro. Supongo que como a los hijos, vemos a nuestros libros hermosos aunque para otros no lo sean.
Mi sueño dorado era publicar. Iba a cada presentación de libro que había en la ciudad solo para estar cerca de los escritores. Pensaba que era algo mágico, algo que haría mi vida diferente. Llegaba puntual y me sentaba adelante, mientras miraba arrobada a los literatos, creía que estar ahí debía ser la cosa más maravillosa del mundo.
Pero no lo fue. Cuando fue mi turno, llegué nerviosa, tanto que no podía disfrutar la experiencia. Ronald Flores, que lo comentaría, estaba ahí con su esposa de entonces, Ana, y su pequeño bebé. Cuando me vio, Ronald tomó uno de mis libros y se me acercó para enseñármelo. Era lo más lindo que había visto en mi vida (claro, no había nacido Manuelito). Mi nombre impreso junto al título que se me había ocurrido saber cómo: Diosas Decadentes (otro titulito no?) Luego Ronald me pidió que le firmara el primer ejemplar. Me hizo sentir honrada que me lo pidiera, como si realmente fuera algo importante. Pero, ahora que lo pienso, en ese momento creía que lo era.
Luego tuve mi primer dilema de escritora: No había considerado nunca qué escribiría en las dedicatorias de los libros. Ante tal situación (generalmente la persona está de pie frente a ti esperando que le escribas alguna genialidad) no supe que hacer. Hoy no recuerdo lo que le escribí a Ronald, ni a las otras personas que me lo pidieron. Me gustaría saberlo.
Un ratito después se acabó la magia de la primera firma. Hay una razón por la cual uno se expresa a través del lenguaje escrito y no por otros medios, digamos, escénicos. Fue una tortura que todos me vieran mientras yo trataba de mantener la compostura, mientras otros hablaban bien de mí. Yo trataba de concentrarme en el reluciente libro que tenía frente a mí, mientras me preguntaba si sentía lo que había esperado. La verdad era que no. Todo había empezado muchos años atrás, sin la intención de hacer un libro pues creía que era imposible. Solo eran pequeñas historias, hasta cierto punto banales,que fueron creciendo. Otro día escribiré de eso.
Cuando me tocó hablar, se me quebró la voz al recordar cómo mi maestra favorita en el colegio me dijo que me olvidara de ser escritora. Según ella, era muy pobre para tener esos sueños, la muy snob.
Bueno, lo que vino después fue todavía más inesperado. Resultó que publicar un libro es muy parecido a pararse en la Plaza Central desnuda. Dejas que otras personas vean tus partes más escondidas, las bonitas y las feas. Que te cuenten las pecas y las llantitas. Mucha gente que leyó mi libro esperando no sé qué (quizá inofensivos cuentos para niños) se ofendió cuando vieron de qué se trataba. Para mí, no era más que la realidad que veía en todas partes, pero para ellos eran atrocidades, quizá porque lo decía una mujer. Me inquietó darme cuenta cómo la gente común, no la que se la pasa en entregas de libros, no entiende lo que es una obra literaria, no comprenden el pacto narrativo. Como muchos cuentos están escritos en primera persona, pues me pareció lo más indicado, pensaron que todo lo que ahí decía me había ocurrido en realidad a mí. Háganme el favor. En fin, por un buen tiempo me la pasé justificándome hasta que pasó la conmoción.
De eso hace seis años. Eso es muuuuuucho tiempo en términos de lo que ha pasado en mi vida. Aunque en ese tiempo tenía 29 primaveras, todavía era muy ingenua. Ahora la verdad ya no me hago muchas ilusiones. Me gusta mi libro, como me gusta mi hijo y el libro anterior, pero no creo que sea lo mejor que he escrito. No es la perfección como Manuelito. Es más, creo que podría vivir sin publicarlo. Sin embargo, existe cierta presión de parte de otros para que publique. Qué más da. Me gusta escandalizar.
El 9 de mayo próximo lo presentaré, en el Centro Cultural de España. Planeo estar más tranquila, más relajada, levantar la cejita con expresión "a qué hora se acaba esto?".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A ver jessica, con toda la sabiduria que predican los mas pequenios: al infinito y mas allá...

Villacinda_

Anónimo dijo...

Realmente es conmovedor la pasion por los libros. Pero màs conmovedor es creerse los cuentos de los escritores que la fama se le sube a la cabeza con la publicaciòn. Necesitmos de eso, una plana que enmendar, para recordar la simpleza de la vida, sentirnos bien con nosotros mismos, en este caso desde la ventana de la literatura. Una de tantas que tiene la casa.

Patricia Cifuentes dijo...

Dice no sé quien,pero ahora lo digo yo: "Lo importante al hacer un viaje, muchas veces sucede en el camino, no siempre en el destino". Una celebración, un libro, un viaje, son destinos. ¿Ves lo que pasó durante el trayecto?