
Si de algo me ha servido este blog, es para desahogarme. Así que aquí va mi lamento de hoy.
Desde ayer empezó la cuaresma, y con ella las procesiones, y con ellas ¡el caos! Para quienes trabajan o viven, o ambas cosas, en la zona 1, eso es simplemente desesperante.
Antes simplemente evitaba pasar por el Centro Histórico, pero desde que me mudé me la paso estudiando cómo hacer para llegar a mi casa o a mi trabajo, peleando con cucuruchos y cachurecos, lamentándome por el tiempo perdido y, al final, resignándome a mi triste realidad.
Ok, ok. Entiendo que no quieren que encienda mi cigarro por respeto a los demás. Entonces, por favor no obstruyan la calle por respeto a los no católicos. Porque no que no se trata solamente del susodicho cortejo, sino también está el tema de las alfombras, ya que los “fieles” cierran sus cuadras para hacerlas. Por experiencia propia sé que en su mayoría son de pino y flores, mal hechas a la carrera que no valen el caos que arman.
Creo que pedir que regulen las procesiones es una utopía, porque somos una sociedad conservadora e indiferente. Pero en mi mundo ideal, no existirían, pues los católicos tendrían derecho a hacer sus ritos dentro de sus iglesias, nada más. ¿Quién los ha hecho dueños de las calles? ¿y las otras religiones, incluso las no cristianas, por qué no tienen el mismo derecho?
Al menos, en mi opinión, deberían regular mejor el tránsito orientando a los desesperados conductores. Mejor si circularan en horas y días no hábiles. Además, las alfombras se deberán permitir solo el jueves y viernes santo, cuando todos, o la mayoría, ya no estamos trabajando.
Otra mala noticia es que hay procesiones todo el año, aunque más pequeñas ocasionan igual caos. Esto hace menos atractivo el Centro Histórico, es una razón más para quienes no quieren visitarlo o, en el caso de los más jóvenes, conocerlo.
Sé que en este tema estoy arando en el mar, pero no me importa. Qué fácil hablar de tolerancia y respeto pensando solamente en uno mismo. Prometo, por aquello del karma y la ley de la atracción, cultivar mi paz interior y ser no solamente tolerante, sino respetuosa. Ojalá que la procesión de hoy no me robe el valioso tiempo para hacer la tarea con mi hijo.