
La rubiecita esa me caía mal. Me daba mala espina, con sus bailes y miradas inocentes. Los medios la declararon la princesa del pop, sin atreverse a mover de su trono a Madonna, quien observaba hasta cierto punto indiferente la revolución que se estaba gestando en su reino.
Britney fue creciendo en todo sentido (tanto en glándulas mamarias, escándalos, discos de oro y extensiones). Muchos predijeron que pronto habría cambio de mando, golpe de estado. Britney parecía hacer temblar el trono de Madonna con cada caderazo. Atrás de ella venían cientos más, la mayoría rubias, ansiosas de sacar a la cuarentona del panorama y repartirse las delicias del reino.
Madonna, ni se inmutó. Hasta se tomó vacaciones para que se jalaran de las greñas entre ellas. Algo se traía entre manos.
Recuerdo exactamente el día que vi a Madonna en los premios MTV de 1984, revolcándose en su vestido de novia mientras cantaba como una gata en celo. Yo tenía 12 años, nunca había visto algo tan osado.
Casi 20 años después, Madonna sacó
American Life, un disco reflexivo, diferente, que marcaba un cambio, como siempre. Con un look a lo Patty Hearst, cuando era militante claro, la diva se metía en camisa de once varas hablando de patriotismo en medio de la guerra en Irak. Un chorro de frescura (curiosamente de parte de una mujer madura) en medio de mujeres rubias y con poca ropa que cantaban sobre lo mismo de siempre. Madonna apareció como una comandante bien fornida, firme y desafiante, en mejor forma que nunca.
Este fue el disco más criticado y el más arriesgado, pero para muchos el mejor (hasta mis amigos puro calidad lo compraron).
Entonces llegó la premiación de MTV de 2003. Cuando se escuchó que empezaba
Like a virgin, en lugar de salir Madge aparece Britney imitándola como cuando ella la cantó en 1984. Primero me indigné, pero luego vi que había algo de tributo en esto. Después apareció una bronceada y pelinegra Cristina Aguilera. La rendición era inminente, la derrota se acercaba.
Cuando se suponía que debía aparecer el novio, con las dos chicas emocionadas, la que aparece vestida de sexy frac es Madonna cantando
Hollywood, una canción que habla de la música que siempre dice lo mismo. La multitud, compuesta por estrellas del pop y el rock, la recibe de pie. Ella se quita el saco y muestra esos brazos que tanto envidiaba (tiempo pasado, porque en los últimos años han ido decayendo). Entonces mientras canta empieza a manosear a las dos jóvenes, que se ven no como sus súbditas, sino como sus bitches, pero felices de serlo.
La gente estaba fuera de sí. Madonna llegó a reclamar lo que le pertenecía. “Háganse a un lado patojas, que ya regresé”. Ellas se miraban nerviosonas, mientras Madonna parecía segura maniobrando sus altas y puntiagudas botas de dominatriz. Los de Queer Eye for the straight guy parecía que les iba a dar el patatush, y creo que les dio cuando de pronto, la mujer de negro le da tremendos besos en la boca (con lengua dicen) a las dos arrobadas chicas.
Fue la rendición total, la sumisión. La fantasía de millones (me incluyo), besar a Madonna. Y en vista de que Madge las besó a ellas, empecé a verlas con otros ojos.